Letizia, cinco años después

Monarquía española

El pasado 22 de mayo hizo cinco años desde que una joven periodista se convirtiera en la futura reina de los españoles. Parecía el cuento de la Cenicienta: joven plebeya se casa con príncipe encantador. Pero la historia no terminó con el  comieron perdices y fueron felices porque su cuento empezaba justo ese día. Tampoco saboreado muchas perdices. Durante este tiempo ha tenido que demostrar su valía ante un público exigente que no ha dejado de examinarla y juzgarla día tras día. CARAS repasa los primeros cinco años de Letizia como princesa de Asturias.

Llovía en la capital española aquel sábado de 2004. Poca agua en comparación con las tormentas que han caído desde entonces. Aquel día Letizia dejaba de ser presentadora de televisión para convertirse en princesa de Asturias. Un papel contemplado dentro de la Corona pero no definido que ha tenido que aprender a marchas forzadas delante de las cámaras.

“Al principio era excesivamente espontánea. Más tarde se volvió muy hermética”, cuenta la experta en Casa Real Almudena Martínez-Fornés. “Ahora ha interiorizado su papel y se comporta con toda naturalidad”, explica la reportera del periódico ABC.

Algunos de estos gestos han pasado desapercibidos para el público, quien ha prestado más atención a sus zapatos que a su discurso. Sus atuendos han llenado páginas y tertulias. Cada vestido, cada peinado ha sido analizado con lupa. Amante de los peep-toes y los tacones de vértigo -para disimular los 30 centímetros que la separan de su marido-, muchos la consideran una fashion victim. Nada más lejos de la realidad, aseguran quienes la conocen. “Sabe que tiene que dar una imagen y que tiene que vestirse para su trabajo, pero la moda no es una de sus preocupaciones” afirma la periodista Carmen Gallardo, quien ha seguido durante un año todos sus pasos para el suplemento YoDona.

Los expertos la definen como una mujer austera a la que sólo le interesa vestir acorde a su rango sin que le importe repetir o reciclar la ropa. Lo ha demostrado en infinidad de ocasiones. En la reciente visita de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, no estrenó ningún vestido aún sabiendo que todas las miradas iban a centrarse en lo que llevaran las dos mujeres. “Creo que lo hizo para salirse del juego de rivalidad al que las sometieron. Ella quería demostrar que era una princesa y no una modelo”, opina el conocido comentarista de moda Carlos García-Calvo.

Letizia tampoco tiene problemas para mezclar ropa de diseño con prendas de Zara y Mango. La crisis económica también la frena a la hora de elegir vestuario. “Los príncipes son muy sensibles con lo que está pasando y Letizia no alardeará sacando un modelo nuevo”, dice Carmen Gallardo. Aunque García-Calvo piensa que ahí la princesa se equivoca. “Ella debería ser una embajadora de la moda española para atraer a clientes de otros países”.

El estilo de Letizia ha ido evolucionado con el tiempo, pero su armario no ha sido el único en sufrir transformaciones. El pasado agosto la esposa del príncipe se sometía a una operación de cirugía estética para suavizar su prominente caballete nasal. La Casa Real argumentó que lo hizo por razones de salud. Muy pocos se lo creyeron. “Con la ayuda de estas intervenciones está consiguiendo unos rasgos más acordes al prototipo de la monarquía”, piensa la asesora de imagen Montse Guals.

Pero ni sus vestidos, ni sus operaciones estéticas han levantado tanta polvareda como los rumores sobre una posible anorexia. Delgada por constitución, muchos atribuyen su talle menudo y sus brazos huesudos a un desorden alimenticio. Publicaciones como el Paris Match se han hecho eco del tema. La Casa Real, que no suele hacer declaraciones, hizo una excepción en 2005 y desmintió que la princesa sufriera dicha enfermedad.

Los rumores maliciosos y las críticas han sido una constante en estos cinco años. “La han masacrado”, sentencia Gallardo. “Y creo que eso se debe a su origen social. Si hubiera sido una pija o una princesa, no se hubiera hecho tanta sangre”, opina la periodista. Saber encajar las críticas le ha llevado su tiempo. “Letizia es muy perfeccionista pero ahora está empezando a entender que no puede satisfacer a todo el mundo”, dice Almudena Martínez-Fornés.

Tantas críticas han eclipsado su papel como princesa. Durante este tiempo Letizia ha acudido a multitud de actos: audiencias, inauguraciones, viajes oficiales al extranjero… Ya sea acompañando al príncipe o en solitario; porque la futura reina también tiene su propia agenda. Una centrada en temas relacionados con la educación y la sanidad, a los que presta mucho interés. “Siempre va muy preparada y creo que mete pluma a la hora de escribir los discursos. Se le notan mucho las tablas”, explica Gallardo, quien ha estado con Letizia en 180 actos públicos en el último año.

La reina Sofía y el príncipe Felipe han sido sus mayores aliados. La buena relación con su suegra queda patente en las muestras de cariño que ambas se profesan. También con su marido: susurros al oído, miradas tiernas, manos entrelazadas… la pareja demuestra su complicidad a todas horas. Los expertos dicen que Letizia ha cambiado al príncipe. Según Martínez-Fornés, “ahora es más comunicativo con los medios y más cercano a la gente. Se le ve más feliz y a gusto consigo mismo”.

Juntos han formado un equipo sólido en el que cada uno tiene su papel definido. Aunque como pareja también tienen un papel en común muy específico: perpetuar la dinastía. El 31 de octubre de 2005 nacía su primera hija, la infanta Leonor. La pequeña es por ahora la segunda en la línea de sucesión -su puesto pende de si llega o no el varón- En la primavera de 2007 los príncipes ampliaron el nido con la llegada de la infanta Sofía.

La familia intenta mantener su privacidad lo máximo posible. Es frecuente ver a la pareja en el cine comiendo palomitas o, en el caso de Letizia, comprando ropa para sus hijas en un centro comercial cercano a su casa.

En el apartado familiar también han surgido rumores. Como los que apuntan a que su relación con el rey es muy fría. La periodista del ABC lo niega. “La han acogido muy bien”. El año pasado el propio monarca bromeó sobre el tema delante de las cámaras.

En estos cinco años la princesa ha tenido que afrontar momentos muy dolorosos. El más dramático lo vivió en febrero de 2007, cuando su hermana pequeña, que padecía estrés y ansiedad, murió por una sobredosis de pastillas. Un golpe muy duro que se produjo estando Letizia embarazada de seis meses. Las imágenes en las que se la ve rota de dolor y agradeciendo entre lágrimas las condolencias fueron sobrecogedoras.

El año pasado su otra hermana, Telma, revolucionó la justicia española al tratar de impedir que los principales medios de comunicación del país grabasen y difundiesen imágenes de ella. Quería evitar el acoso mediático al que dice que está sometida. Perdió la demanda. Según la jueza, Telma es un personaje público. La familia Ortiz-Rocasolano ha tenido que aprender a dejar su anonimato a un lado y aceptar su presencia en los medios.

Letizia también se ha visto envuelta en polémicas ajenas a su voluntad en otras ocasiones. En julio de 2007 el semanario satírico El Jueves caricaturizó a los príncipes de Asturias en una postura sexual explícita a propósito de una nueva ley. La Audiencia Nacional lo consideró un delito de injurias a la Corona y ordenó el secuestro del número, un hecho que no se producía desde la dictadura. El revuelo social fue enorme. La Casa del Rey negó cualquier implicación en la decisión del juez.

Un año antes el cantautor Joaquín Sabina contaba en su biografía su encuentro con la pareja durante una cena en la que los tres habían sido invitados. Sabina, reconocido antimonárquico, reprodujo el chiste que, según él, Letizia le contó en aquella velada. Un chiste en el que la propia princesa se comparaba con Estefanía de Mónaco, quedando las la primera en un mal lugar.

A estas polémicas hay que unir las fotografías comprometidas. En 2006, durante un acto oficial, un golpe de viento le hizo una mala pasada al levantarle la falda y dejar su ropa interior a merced de los fotógrafos. Como era de esperar, las imágenes causaron furor en Internet.  Un año más tarde, los paparazzi la cazaron en bikini. Nunca, hasta entonces, se habían publicado imágenes de la princesa con tan poca ropa.

Cinco años después de cambiar su piso de 60 metros por un palacio, los periodistas que la siguen habitualmente aseguran que no ha olvidado sus orígenes ni se avergüenza de ellos. La definen como una mujer cercana, cariñosa, inquieta, pendiente de todos los detalles, siempre atenta con los periodistas y, sobre todo, trabajadora. “Ha aportado frescura a la Casa Real”, añade la periodista del ABC. “Le falta la aureola que tienen el príncipe o la reina”, objeta Carmen Gallardo. “Pero puede que eso sea bueno”.

Su vida ha dado un giro de 180 grados durante este tiempo. Atrás ha quedado su carrera en la televisión. Tampoco lo añora, aseguran. Ahora su trabajo es ser princesa y le gusta. Atrás ha quedado también su pasado. Su presente y su futuro son lo único que importan. Quizás por ello aquel sábado lluvioso Letizia dijo: “El 22 de mayo es el día de mi boda y el día de mi nacimiento”.