Bilderberg, el club secreto que dirige el mundo

Sociedad

La élite de las finanzas, la política, la realeza y los medios de Occidente se reúnen en secreto este fin de semana en España para tomar las decisiones que pueden cambiar el curso de la historia en los próximos años. CARAS revela los secretos del club más poderoso del mundo.

Hay tres días al año en que los grandes mandamases de Occidente tienen las agendas en blanco. Ningún acto oficial previsto y ninguna explicación sobre su paradero. En realidad están reunidos, pero no pueden contárselo a nadie porque la primera regla del Club Bilderberg es no hablar del Club Bilderberg.

Este año se reúnen del 3 al 6 de junio en España, en un hotel de lujo de la localidad catalana de Sitges. Allí, alrededor de 130 personalidades formadas por reyes, presidentes de gobierno, banqueros, industriales, militares y editores de medios analizarán la situación actual del mundo y tomaran las medidas que consideren oportuno. En otras palabras, un Foro de Davos fantasma – sin Bono, Rania ni estrellas de Hollywood – en el que se mueven los hilos del mundo.

“Se trata de personas con la posición necesaria para influir en los acontecimientos históricos y convertir su ideología en leyes parlamentarias que cambien el destino de la humanidad”, dice la periodista española Cristina Martín, autora de El Club Bilderberg. Los amos del mundo.

Todos los presidentes de Estados Unidos desde Einsenhower pertenecen al club. Hillary Clinton, el presidente del Banco Mundial, el del Banco Central Europeo, el político Henry Kissinger, el financiero George Soros, la dinastía financiera Rothschild, la reina Beatriz de Holanda o los filántropos Bill y Melinda Gates son algunos de los que habitualmente acuden a la cita, según el periodista de investigación ruso-canadiense Daniel Estulin.

El viejo orden mundial se mantiene. Dos tercios de sus miembros son europeos. El resto procede de Canadá y Estados Unidos, siendo este último el país con más representantes. El magnate estadounidense David Rockefeller, el irlandés Peter Sutherland, (presidente del banco Goldman Sachs y de la petrolera British Petroleum), el australiano James Wolfensohn (ex director del Banco Mundial) y el belga Étienne Davignon (presidente de Suez Tractebel) son los alma máter del club actualmente. Tras ellos está el Comité Ejecutivo, formado por 24 europeos y 17 americanos. El comité se encarga de elegir al resto de invitados, que varían cada año en función del contexto político y económico, el  país donde se celebre la cita y la impresión que hayan causado al grupo de sabios en anteriores ocasiones

La reina Sofía de España ha sido invitada una docena de veces. La propia soberana habló del club en el libro de Pilar Urbano La reina muy de cerca. “A lo largo de los años vas conociendo a gente muy diversa, bien informada. (…) ¡Se aprende tanto! (…) Cada uno puede decir con libertad lo que piensa. (…) Allí nadie es reina, ni presidente de gobierno o chairman de una multinacional”. Eso sí, allí “se corta mucho bacalao”, admitía.

A la cita hay que ir solo. Sin esposas, maridos, asistentes o amantes. Únicamente se permite la compañía de los guardaespaldas, los cuales no pueden asistir a las reuniones y deben alojarse en una estancia aparte. A ellos hay que sumar los agentes de la policía, militares y miembros de los servicios secretos que procuran por la seguridad de tan destacados miembros.

La agenda es apretada. Hay cuatro sesiones de trabajo al día, dejando el descanso y el ocio para la última jornada, en la que los invitados suelen jugar al golf o hacer excursiones en helicóptero. Las sesiones de trabajo se dividen en grupos de alrededor de cuatro personas y debaten los temas propuestos –que les comunican con antelación– con turnos de preguntas y respuestas incluidas, según explica Estulin en su libro La verdadera historia del Club Bilderberg.

Lo que se habla en las reuniones, por supuesto, queda entre ellos. No se levantan actas, ni quedan registradas en ninguna parte. De hecho, el club casi no existe físicamente. Tan sólo cuenta con una oficina en la localidad holandesa de Da Leiden, con un número de teléfono y fax como únicos medios para ponerse en contacto con los participantes.

¿Pero por qué tanto secretismo? Simplemente porque así pueden “hablar tranquilamente sin que se malinterpreten sus palabras”, opina Cristina Martín.

Los grandes canales de televisión y periódicos no citan el encuentro. La razón es simple: algunos de sus propietarios o editores son Bilderberg. Por ejemplo, según Estulin, lo son el director del New York Times, el Washington Post, The Economist, Le Figaro o Le Nouvel Observatour. Juan Luís Cebrián, presidente de PRISA (grupo editor del periódico español El País) es miembro del Comité Ejecutivo. El magnate de los medios Rupert Murdoch también ha participado. Y no olvidemos que los Rockefeller controlan gran parte de los medios de comunicación de EEUU.

Invitando al cuarto poder, el club mata dos pájaros de un tiro. Por una parte los ciudadanos no se enteran de lo que traman – “Hubiera sido imposible desarrollar un plan para el mundo si hubiéramos estado sometidos a la opinión pública”, ha dicho el propio Rockefeller – y por otra, utilizan a los medios para conseguir sus fines. “Son los mensajeros del club, los transmisores de su ideología”, afirma Cristina Martín.

El grupo nació en 1954 para acercar a europeos y estadounidenses en plena Guerra Fría. La idea partió del servicio de inteligencia británico M16, pero fue el príncipe Bernardo de Holanda (padre de la actual reina) quien organizó el evento en un hotel holandés llamado Bilderberg. Los Rockefeller y los Rothschild se unieron desde el principio.

Jim Tucker, también investigador del club, va más allá y sitúa sus orígenes hace siglos, cuando “las casas de cambio de dinero manipulaban secretamente la economía para enriquecerse y esclavizar a la gente corriente”, dice el estadounidense en su libro Jim Tucker’s Bilderberg Diary, un diario en el que narra sus 30 años de investigación. Cristina Martín, por su parte, los relaciona con la masonería. “Hay muchas conexiones con el club. Rockefeller es masón, Bill Clinton lo es, el príncipe Bernardo de Holanda también lo es…”

El hermetismo, sin embargo, ha ido rompiéndose con los años en parte a gente como Estulin o Tucker, los cuales han perseguido a los Bilderberg allá donde han ido y han conseguido información de primera mano a través de filtraciones de participantes que han salido desencantados con la experiencia.

Las fisuras son tantas hoy en día, que “el club ya no tiene sentido”, cuenta Estulin a CARAS. Es más, dice que han creado un grupo paralelo llamado ‘Los amigos del Bilderberg’.

¿Los amos del mundo?

El club Bilderberg ha sido acusado de tomar decisiones o de estar detrás de conspiraciones que más tarde se han convertido en realidad, como por ejemplo el inicio de la guerra contra Irak en 2003. Según los expertos, los asistentes deciden también sobre los tipos de interés y el precio del petróleo, aunque esto provoque la caída en desgracia del país o la entidad de algunos de los presentes. Capítulo aparte es la promoción de políticos. El grupo decide e impulsa a los futuros líderes mundiales, previo análisis de los candidatos. De allí han salido Bill Clinton, quien acudió como un desconocido gobernador de Arkansas en 1991 y ganó las elecciones un año después; Tony Blair, Angela Merkel, Kofi Annan o el propio Obama. Como dijo el periódico británico The Times en 1977 “se trata de una camarilla formada por algunos de los hombres más ricos, poderosos e influyentes de Occidente que se reúnen en secreto para planear eventos que después simplemente suceden”.

Pero según los expertos sus planes son más profundos. “Su objetivo es construir un nuevo orden mundial”, defiende Estulin. “Un gobierno mundial (que sería la ONU), con una moneda y una religión únicas, vigilado por un único ejército”. En palabras de Martín, “una élite económica que controle al poder político”. Algo que no desagradaría a  Rockefeller. “Algo debe reemplazar a los gobiernos, y el poder privado me parece la entidad perfecta para hacerlo”, dijo a la revista Newsweek en 1999.

La creación de la Unión Europea y el euro fue el primer paso, dicen. Más adelante quedaría la formación de una Unión Americana que englobase a América del Norte y del Sur, y un bloque asiático bajo el liderazgo de Japón, aunque Estulin no cree que eso ocurra. “Rusia y China, los dos grandes enemigos del club, jamás se doblegarán a los intereses del Bilderberg por la propia idiosincrasia de estos dos países”, dice el periodista, que cierra una trilogía sobre el club con su nuevo libro La historia definitiva del club Bilderberg.

Que la cita del año pasado fuera en Grecia y este año en España no tiene nada que ver con la delicada situación financiera por la que atraviesan los dos países mediterráneos, opina Estulin. Aunque no cabe duda de que este año habrá una gran presión “por parte de Alemania y Francia”. Tucker, por su parte, dice que el cónclave apostará por la prolongación de la crisis mundial y la creación de más sufrimiento económico a fin de proporcionar el pretexto para una mayor regulación en favor de un gobierno económico mundial, según ha contado en medios de su país (Estulin y Tucker ya predijeron la crisis inmobiliaria, el colapso financiero y la caída del precio del petróleo de 2008 gracias a las filtraciones).

Tucker resume el poder del club en una sola frase: “Dios puede haber creado el universo pero, en lo que respecta al planeta Tierra, el mensaje del Club Bilderberg a Dios es sencillamente éste: ‘Gracias pero a partir de ahora nos encargaremos nosotros”.

DESPIECE

EL LUGAR ELEGIDO

El punto de encuentro del grupo nunca se elige al azar. El hotel -cuyo gasto corre a cargo del club y queda cerrado para el resto de los mortales durante esos días- tiene que estar en una localidad pequeña (para evitar las miradas curiosas de las grandes urbes), cerca de un aeropuerto y contar con un buen chef en su cocina. El elegido este año, el Dolce Sitges, cumple todos los requisitos: está situado en la pintoresca localidad catalana de Sitges, a tan sólo 25 minutos del aeropuerto de Barcelona. El hotel, que tiene reservadas todas las habitaciones entre el 2 y el 6 de junio, tal y como ha podido comprobar CARAS, cuenta con 263 aposentos, entre habitaciones y suites de lujo, que cuestan entre 135 y 1.100 euros la noche. También tiene un spa con cabinas de tratamiento, sauna, baño turco, jacuzzi, piscinas interiores y exteriores, y gimnasio. Para la sesiones de trabajo dispondrán de 11 salas de reuniones, 25 salas para conferencias, dos salas de juntas y un anfiteatro con capacidad para 60 personas. En total 2.175 metros cuadradros destinados a reuniones y espacio para casi 500 personas, según reza en su web. El hotel cuenta, por supuesto, con conexión inalámbrica gratuita en todo el edificio y está equipado con una biblioteca, una sala de juegos y su propio campo de golf. A la hora de comer, dispone de un restaurante gourmet, un segundo restaurante con vistas al mar y un tercero especializado en aperitivos y sándwiches. España es la segunda vez que acoge una reunión del club. La primera fue en el año 1989 y se celebró en el balneario de La Toja, en Galicia.