Letizia, ‘la mandona’

Monarquía española

La princesa Letizia es alegre, cercana y cariñosa, pero también impaciente, mandona y listilla. No lo dicen los rumores, sino aquellos que más la conocen. Los periodistas Carmen Enríquez y Emilio Oliva, ambos corresponsales de la Casa Real durante años y con acceso directo al núcleo duro de la familia, realizan un retrato profundo e inaudito de los futuros reyes de España en su nuevo libro Los Príncipes, preparados para reinar. CARAS ha hablado con ellos para conocer la verdadera cara de los herederos.

El carácter de Letizia empezó a intuirse en su petición de mano. Su famoso “déjame terminar” con que espetó al Príncipe después de que éste la interrumpiera en su discurso ante los medios, forma ya parte de la historia de la monarquía española. Según los expertos en protocolo, la entonces novia del heredero no metió la pata. Lo hizo “porque tenía preparadas unas palabras delicadas para la Reina y sabía que ese era el momento de pronunciarlas”, dice el especialista Pablo Batlle en el libro Los Príncipes, preparados para reinar. Además, añade, lo hizo en “términos cariñosos y normales”.

El calificativo cariñoso es uno de los que más se repite en todos los conocidos de la  princesa con los que han hablado Carmen Enríquez y Emilio Oliva. Sus testimonios configuran un libro en el que los autores han querido analizar cómo son y cómo son vistos los herederos a partir de la opinión de allegados y expertos.

También se repite la palabra alegre, cercana y considerada hacia sus antiguos colegas. La propia Carmen, corresponsal de la Casa Real durante 17 años para TVE – la misma cadena donde Letizia presentaba las noticias – la recuerda como una periodista ambiciosa, pero no trepa, “muy buena compañera y muy buena persona”, cuenta a CARAS en un encuentro con ambos autores en un lujoso hotel madrileño.

Eso sí, todos reconocen también que es impaciente y que le cuesta callar y mantenerse en un segundo plano, lo que “quizás le quita protagonismo al Príncipe, que es quien realmente debe tenerlo”, dice Carmen sobre este hecho. Emilio achaca este comportamiento a su afán de perfeccionismo. “El exigirte más y más le ha llevado a estar demasiado tensa en muchas ocasiones y a no callarse en el momento oportuno”, dice. “De todos modos yo creo que ella es también un poquito habladora”, añade Carmen sobre su forma de ser.

La tensión de la que habla Emilio es a veces tan acusada que incluso Felipe le ha tenido que pedir que se relaje, “ya que no es bueno estar tan agobiada”, dice en el libro una fuente anónima que ha trabajado en palacio y que también tacha a la princesa de “repipi”, en el sentido de que se comporta de manera un poco listilla.

El carácter de Letizia también se observa en algunos pequeños detalles domésticos. Al Príncipe, al igual que al resto de su familia, le gustan los perros. Los canes reales andan a sus anchas por palacio y, a veces, incluso duermen en la misma habitación que sus amos. El mejor amigo perruno de Felipe fue Pushkin, un schnauzer negro al que adoraba. Tras su muerte, el heredero español se quedó con el consuelo y la compañía de su vástago, pero el animal fue desterrado de la casa el día que Letizia puso un pie en ella. A la esposa del príncipe no le gusta convivir con perros, así que, por el bien del matrimonio, el pobre chucho tuvo que buscar cobijo en otra parte.

También fue ella la que se encargó de dar un aire más hogareño y moderno al ambiente museístico que imperaba en la decoración de la casa. Y sí, cuando van al cine, regaña a su marido porque hace demasiado ruido con las palomitas.

“Mandona es, pero no me parece un defecto”, dice en libro Cristina Acebal, directora de la revista Diez Minutos. “Eso significa que tiene la autoestima alta, es su manera de ser”. En el caso de Letizia, los defectos también son una virtud, dice Emilio, responsable de la información de la Casa Real en la agencia EFE durante ocho años. Gracias a su perfeccionismo ha logrado adaptarse en un tiempo récord a un entorno tan distinto y difícil, y a un destino para el que no estaba preparada. “Ha hecho milagros”, dice en libro una persona que ha trabajado en Zarzuela y que no quiere dar su nombre por seguridad.

Su rápido avance dentro de palacio le ha proporcionado seguridad en si misma pero también problemas. Una fuente próxima a la familia considera que sus logros han reafirmado su personalidad y esto ha hecho que Letizia ignore un poco al Rey, “lo que ha originado algunos roces en el seno de la familia”, afirma. “La Reina, que se volcó con ella al principio, quizás ahora se ha cansado. Y sus cuñadas han quedado en un segundo plano al ir adquiriendo ella más y más protagonismo”, remata.

Carmen y Emilio, coautores también de Doña Sofía. La reina habla de su vida, tratan de quitarle hierro al asunto. “No hay mala relación”, dice Oliva. “Como en todas las familias, hay momentos buenos y malos”. Sobre el cansancio de la Reina, opina que hay que contextualizar la frase en un periodo difícil para la familia. “Elena se ha divorciado y eso es una cosa que desgasta mucho. La Reina ha tenido que prestarle más atención a esa hija que necesitaba apoyo”. “De todos modos – dice Carmen – no creemos que la sangre llegue al río ni que estén a la gresca. Y eso lo dicen personas próximas que saben de ello”.

Rumores

Letizia suele estar al tanto de lo que se publica sobre ella y le molestan mucho las mentiras que corren por Internet. De todo lo que se ha dicho (que se hizo una ligadura de trompas antes de conocer a Felipe, que su hija Leonor tenía una enfermedad incurable…), lo que más le disgusta son los rumores de anorexia y su imagen de fashion victim.

Hace unos meses, en una popular cena, “pasó por todas las mesas a saludar y lo primero que dijo es que había tomado dos trozos de tocino y que había repetido garbanzos, como para demostrar que no es anoréxica”, cuenta en el libro Rosa Ballarín, redactora jefe en Diez Minutos.

En cuanto a la ropa, a la antigua periodista siempre le ha gustado la moda – un antiguo jefe en el periódico ABC la describe como “ecologista” pero con la ropa a conjunto –, sin embargo, como heredera consorte, no quiere ser un icono en cuestión de trapos ya que eso desvía la atención de su trabajo. De hecho, según sus conocidos, ha eliminado de su enorme vestidor el traje rojo que lució en la boda de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson porque opina que levantó demasiados comentarios.

De nada sirve. Los zapatos que elige o sus operaciones de estética la han convertido en uno de los blancos perfectos de algunos medios españoles.

_PREGUNTA. ¿Por qué se la critica tanto?

_CARMEN. Yo creo que es porque, en España, pasar de Valdebernardo (el barrio donde vivía) al Pardo (el palacio real donde se realizó la petición de mano) no está bien visto. La gente admite que subas en la escala económica, pero no en la social. Sobre todo entre la gente de clase alta, que piensan que el Príncipe tendría que haberse casado con una de sus hijas. En el fondo, lo que hay también es un poco de envidia.

Ni el asunto canino, ni las palomitas ni los problemas con los suegros parece que hayan alterado la armonía conyugal de la pareja. Tras más de siete años de relación, seis de matrimonio y dos hijas en común, “están embobados el uno con el otro”, dice una amiga de Letizia, que tampoco ha querido dar su nombre. “En privado hacen ‘manitas’ e intercambian miraditas como dos novios”, añade.

Felipe “es un hombre feliz”, afirma Carmen. Existe la opinión generalizada de que hay un antes y un después en la vida del Príncipe tras conocerla. “Él sabía que su deber era casarse y dar continuidad a la línea sucesoria. Y el hecho de que pasara el tiempo y no encontrara a la persona adecuada, creo que le agobiaba”, opina la autora, actual presidenta del Club Internacional de Prensa. “Ahora ha conseguido casarse con la persona a la que quiere y ha cumplido con el requisito de dar un sucesor”. Además, añade Emilio, ella “le ha ayudado a mejorar su relación con los medios y a pronunciar sus discursos. Ha sido una buena profesora”.

Dicen de Felipe que es un hombre curioso, prudente, y “bondadoso incluso con quien no lo merece”. Una persona que sabe escuchar, con sentido del humor, y amante de los bocadillos y la gastronomía. Siempre lleva las llaves de su casa encima – y eso que no le hace falta. Y si su perro se pone enfermo y vomita, él mismo lo limpia porque, según le dijo a la historiadora Carmen Iglesias -testigo de la escena- “éstas son cosas que tiene que hacer uno mismo”. Pero el Príncipe también es tozudo y terco, y cuando está convencido de algo, “es muy difícil moverlo del sitio si no le dan mejores razones que las que él tiene”, explica Oliva. Una característica que marcado sus relaciones con Eva Sannum y con la propia princesa.

Cuenta el jurista Gregorio Peces-Barbas que el Rey le pidió que disuadiera a su hijo en la idea de casarse con la impopular ex modelo y actual publicista noruega. “A ver si le convences, que yo no puedo hablar con él”, dijo Don Juan Carlos. No se sabe si sus palabras hicieron efecto, pero el caso es que terminó rompiendo con ella. “De todos modos, yo creo que lo hizo porque en el fondo llegó a la conclusión de que la cosa no iba a funcionar, si no, posiblemente hubiera seguido adelante a pesar de todo”, opina Carmen. Ella y Emilio fueron testigos del momento en que el Príncipe anunció la ruptura. “¿Dolido? Lo estaba sintiendo, sí, pero lo hizo con una elegancia enorme”, recuerda el actual subdirector de la sección Nacional de EFE.

En el caso de Letizia, sus orígenes – tan alejados de Zarzuela – y su divorcio no eran una buena tarjeta de presentación, pero el Príncipe apostó por ella – dice la autora – y esta vez parece que nadie le dio motivos para cambiar de opinión.

Una vez acoplados el uno en el otro para el papel más importante de sus vidas, el de futuros reyes de España, la pareja se enfrenta ahora a una delicada situación. Altamente formado, Felipe se ha mantenido hasta ahora en un discreto segundo plano, pero a sus 42 años es hora, según los expertos, de que la gente se dé cuenta de que está preparado para relevar a su padre sin que el cambio sea dramático.

Lo tienen difícil porque a los medios generalistas españoles no les interesa mucho el trabajo que realizan los Príncipes – los cuales, por cierto, dedican gran parte de la jornada a sus actividades oficiales y a preparar los temas concienzudamente. Y tampoco hasta ahora ha habido mucha promoción interna desde palacio. “Como los propios miembros reales se venden por si solos, pues la Casa de Rey no se ha ocupado todo lo que debería”, explica Emilio sobre lo sucedido. Por ello, un nuevo equipo de comunicación está poniendo en marcha una campaña para fomentar la figura de los herederos. Una estrategia que se ha acelerado tras los problemas de salud que sufrió el monarca el pasado mayo.

Casualmente, la estrategia surge en medio de la emisión de una  mini serie sobre los príncipes en un popular canal privado. Mitad recreación, mitad ficción, Felipe y Letizia ha sido vapuleada por ofrecer una imagen ridícula de la Familia Real. Los críticos televisivos hablan de “parodia”, “despropósito” y “delirio”.

Mientras esto ocurre, la Zarzuela busca la manera para que los Príncipes conecten con la sociedad del s. XXI. Entre sus ideas barajan que la pareja participen en algunos foros de Internet o que incluso la antigua periodista escriba un blog. ¿Quién sabe? Quizás la próxima competidora de Rania en Twitter sea su archicomparada Letizia.