La casa de subastas parisina Pierre Bergé congregará el próximo 13 de diciembre a los mayores coleccionistas de Michael Jackson de todo el mundo. Ese día salen a la puja 90 fotografías inéditas del cantante tomadas para su álbum Invencible. Las imágenes, que finalmente no se publicaron, captan la fragilidad del niño que habitaba dentro del artista y fantasean con un Michael casi de otro planeta. Como era él. Ésta es la historia de unas fotografías que han tardado once años en salir a la luz.
Nueva York, principios de abril de 1999. El joven e incipiente fotógrafo Arno Bani (París, 1973) llega en limusina al hotel Waldorf Astoria. Un día y medio antes Michael Jackson le había enviado un billete de avión para que cruzase el Atlántico y se reuniera con él. Dentro del hotel le espera una enorme suite y un séquito de guardaespaldas y asistentes con los que tendrá que despachar antes de conocer al rey del pop. Tras varias horas y un curso acelerado de protocolo para dirigirse a su majestad, por fin llega el momento. Los guardaespaldas le guían hasta la habitación en la que se aloja el artista, walkies-talkies en mano y con la tensión y expectación propias del momento. Cuando finalmente entra en la suite, se encuentra a un Michael Jackson esperándole entusiasmado en pijama de satén y zapatillas de ir por casa.
Michael había descubierto a Bani tan sólo unos días antes en Londres mientras hojeaba las páginas del periódico The Sunday Times. Le había gustado una fotografía de la modelo Astrid Muñoz en la que aparecía caracterizada con un look faraónico e irreal. Se interesó por el autor de la imagen; era Arno Bani.
Esos días el cantante estaba enfrascado en su nuevo álbum, Invencible, su primer trabajo en estudio en seis años, y buscaba una imagen que definiera al Michael Jakson del siglo XXI. Al ver la futurista foto de Arno, pensó que éste podría ser el fotógrafo adecuado.
Bani tenía 23 años cuando conoció al rey del pop. Había abandonado los estudios cinco años antes para dedicarse a la fotografía. Durante ese tiempo había trabajado como ayudante en algunos estudios parisinos y estaba empezando a labrarse un nombre dentro de la moda gracias a su particular visión del cuerpo femenino y a sus imágenes cargadas de lujo y elegancia. Gracias a un amigo en común había conocido a la redactora jefe de moda del Sunday, Isabella Blow, quien inmediatamente apostó por él, encargándole trabajos como el de la modelo puertorriqueña.
Aquel primer encuentro entre el cantante y el fotógrafo fue perfecto, según cuenta Jéromine Savignon en el libro-catálogo que la casa de pujas ha puesto a la venta con motivo de la subasta. Arno le mostró sus trabajos anteriores y Michael se mostró asombrado con el talento y la creatividad del joven autor. No había duda, Bani era el elegido. “Yo ya era profesional, pero aún no estaba corrompido por el sistema”, dijo Arno en la rueda de prensa de la casa Bergé el pasado mes de octubre. “Michael podía trabajar con cualquier fotógrafo pero decidió trabajar conmigo. Estaba contento de haber encontrado un fotógrafo tan joven».
A su vuelta a París, reunió a su equipo, entre ellos el peluquero Seb Bascle y el hoy afamado maquillador artístico Topolino, y se pusieron manos a la obra en busca de ideas. «Michael me dio carta blanca. Me pidió que soñara, que jugara con la alta costura», contó Bani en un reportaje de la BBC. El fotógrafo, que buscaba una imagen más depurada del artista, le propuso cortarse la coleta. “Se hizo un silencio enorme. Sus colaboradores se quedaron paralizados, con cara de estupor. ‘¿Cómo osas?’ me lanzaron con la mirada. Pero él me dijo ‘vale, de acuerdo”, explica Bani en una entrevista en el Sunday Times. «Michael tenía un problema con su físico, no le gustaba. Por ello dar confianza a un fotógrafo para embellecerlo fue algo único”, dijo en la rueda de prensa Frederic Chambre, portavoz de la casa parisina de subastas.
La sesión se llevó a cabo en un estudio de la capital del Sena a principios de julio de ese mismo año. Michael no apareció el primer día de trabajo, lo que hundió al joven equipo, que llevaba meses trabajando dura e ilusionadamente en el proyecto. Finalmente, al día siguiente, su Autoridad – nombre que utilizaba su equipo de seguridad para referirse al cantante – hizo presencia. Una vez allí, todo fue rodado. Michael depositó toda su confianza en Arno y se mostró como un alumno aplicado.
Eran buenos tiempos para Jackson, que sólo dos años antes había publicado su exitoso disco de remezclas Blood on the dance floor. En esos momentos todavía estaba casado con la enfermera Debbie Rowe, madre de sus dos hijos mayores, Michael Prince y Paris-Michael, nacidos dos y uno año antes respectivamente. La suya no era una familia típica, pues como contó la propia Debbie tras la muerte de Jackson, la pareja nunca compartió lecho, pero Michael estaba feliz por haber cumplido su sueño de convertirse en padre, lejos de las acusaciones de pederastia seis años antes.
Durante la sesión, Jackson se mostró relajado y estuvo acompañado de su hijo mayor, quien en un momento determinado se acercó a su padre y le dijo lo guapo que estaba con su nueva imagen.
Aquel día, cuando finalizó la sesión, Michael le dio las gracias a Arno repetidamente. Se había sentido a gusto rodeado de un equipo joven lleno de buenos propósitos y le gustaron las imágenes, lo cual tenía mucho mérito teniendo en cuenta que no le gustaba que lo fotografiasen.
Aquellas horas juntos sirvieron para que Bani conociese un poco mejor al hombre que habitaba en el interior del artista. Le sorprendió lo silencioso que podía llegar a ser y su capacidad para desdoblarse. “Estaba hierático, ausente, y de repente se iluminaba, como si accionara un interruptor”, dijo en la misma entrevista. Pero lo que quizás más le impactó fue observar lo solo que se sentía rodeado de una corte de colaboradores que no se atrevían a decirle nada.
Reflexivo e intuitivo, Bani intentó plasmar en las 700 fotografías que tomó del cantante la soledad en la que vivía. Quería mostrar su cara más autentica.
Arno diseñó cuatro looks diferentes para los cuales contó con la colaboración de Yves Saint Laurent. En uno de ellos, lo caracterizó como un payaso triste, pintándole un círculo de color azul brillante alrededor del ojo derecho. Quería mostrar su fragilidad. El drama de su infancia robada escondida bajo el círculo.
En otro de los looks, el artista aparecía reflexivo y solemne con un maquillaje y unos retoques posteriores que recuerdan al rostro de una estatua de cera. Un truco que también utilizó para otro de sus looks en los que aparecía con una mano brillante (un guiño quizás a uno de sus famosos guantes) y cuya intención era mostrarlo como un ser de otro mundo que sueña con volver a su galaxia, del mismo modo en que Peter Pan ansía con volver a su Nevermid. Por último, lo caracterizó como un joven Dios con la misma capa dorada y look andrógino de Astrid Muñoz en la foto que tanto le había gustado.
Este último look, en el que la joven deidad se mostraba invencible, iba a ser la foto de portada del álbum, tras ser elegida personalmente por el propio Jackson. Las fotos, sin embargo, fueron desechadas antes de la publicación del disco, en 2001. Dicen que a Sony -la discográfica del cantante- no le gustaron. Desde entonces las fotos habían permanecido ocultas a la luz del público. Algunos dicen que en un cajón. Otros, que en una caja fuerte.
¿La subasta del año?
25 de junio de 2009. Un hospital de Los Ángeles declara la muerte de Michael Jackson tras sufrir un infarto en su casa de Bel Air. La noticia deja en estado de shock a todo el planeta. Tras enterarse de la noticia, Bani, que había perdido el contacto con Jackson, sacó las fotografías para recordar su experiencia con la ya leyenda.»Me emocioné mucho, sobre todo al ver la foto del ojo azul, que le hace un poco triste, encerrado en sí mismo”, recordó en octubre.
En los diez años que han pasado desde su primer encuentro, Arno se ha convertido en un reputado fotógrafo con portadas en las revistas Visionaire o Citizen K y por cuya lente han pasado Monica Belluci o artistas franceses como Mélanie Thierry. En estos últimos años se ha adentrado también en el video experimental y ha rodado anuncios para firmas como Hugo Boss y Samung, videoclips y documentales para el Museo de Arte Contemporáneo de Val de Marne, por los cuales ha obtenido importantes reconocimientos en Europa.
Sacar las fotos de Michael a subasta era casi lógico. Si antes de su muerte, los objetos de Jackson se vendían por miles de dólares, tras su fallecimiento la cantidad de objetos y el precio de éstos se dispararon. Ninguna cantidad es mucha cuando se trata del rey del pop. Sus fans y los coleccionistas están dispuestos a pagar precios altos con tal de quedarse con una parte de la leyenda. Un retrato suyo pintado por Andy Warhol alcanzó más de 800.000 dólares el año pasado. Por un guante de cuero se pagaron 350.000 dólares y por el guante de brillantes que lució en la gira Victory Tour de 1984, 192.000 dólares. Sombreros, mocasines, fotos, autógrafos, discos… Todo tiene un precio y los coleccionistas están dispuestos a pagarlo.
La casa de subastas Pierre Bergé y asociados (Bergé, reconocido empresario y mecenas francés, fue el director gerente de Yves Saint Laurent y el amante a la sombra del modisto) es la encargada de realizar la venta que se llevará a cabo el próximo 13 de diciembre en el hotel Salomon de Rothchild a las 20.00 horas de la tarde. Dos días antes, los fans y curiosos podrán ver las fotos expuestas en el mismo hotel de la rue Berryer.
Para esta ocasión Bergé subastará 90 lotes formados por cuatro grandes fotografías (pertenecientes a cada uno de los looks) que el propio cantante eligió personalmente en su día; 55 fotos más pequeñas y 31 hojas de contacto de la sesión de fotos con anotaciones incluidas.
La casa de pujas espera que la sesión sea tan espectacular como la acontecida en febrero de 2009, cuando la venta de 700 objetos y obras de arte del propio Bergé y Saint Laurent recaudó más de 480 millones de dólares, considerándose la subasta del año.
De cara a la próxima subasta, el precio inicial es de mil euros por cada fotografía grande y 500 por cada una de las fotos pequeñas y hojas de contacto, si bien la casa parisina espera conseguir cifras mucho más altas dada la pasión que despierta Jackson.
«Es bueno que la gente piense que soy una persona y no una personalidad”, dijo el cantante hace años. Las fotos de Arno servirán para dar a conocer una faceta del artista que hasta ahora se intuía pero que nunca antes se había fotografiado. Unas fotos que recuperan al hombre y hacen todavía más grande a la leyenda.