Jaime Peñafiel: «Tendréis que esperar a que muera el Rey»

Monarquía / Personajes

Que Letizia tiene prisa de reinar, que la infanta Elena hubiera sido mejor heredera o que al Rey de España le falta un testículo son frases que sólo Jaime Peñafiel puede pronunciar sin que se le caiga el pelo. Coincidiendo con la publicación de su nuevo libro, CARAS entrevista al periodista más crítico de la monarquía y a su vez uno de los hombres más leales, que no cortesanos, del monarca.

Entrar en casa de Jaime Peñafiel (Granada, 1932) es casi como entrar en el Palacio de la Zarzuela. Este periodista experto en realeza es casi una institución monárquica en si mismo. Ha entrevistado a casi todos los soberanos mundiales de su época, ha sido testigo presencial de acontecimientos históricos y ya quisiera más de un consorte real, o incluso algún joven miembro con sangre azul, tener sus conocimientos sobre la historia de muchas monarquías.

Una vez ya en el luminoso salón de su casa – el periodista vive en un ático al norte de Madrid con amplias vistas a la Casa de Campo, el pulmón verde de la ciudad – la sensación aumenta. Por allá donde se mire hay fotografías del periodista con personajes como Julio Iglesias o Felipe González – aunque por sus comentarios haya quien lo considere conservador, Peñafiel tiene el carné del PSOE desde hace casi treinta años – y sobre todo de sus encuentros con Hussein y Noor de Jordania, y con el último Sha de Persia y Farah Diba, los monarcas que más le han impactado y las reinas a las que más ha querido.

Amable y caballeroso en las distancias cortas, estamos ante uno de los periodistas más criticados de España en los últimos tiempos. El motivo principal: sus opiniones negativas sobre Letizia; si bien Peñafiel habla sin pelos en la lengua desde hace casi tres décadas. Sus detractores lo acusan de tener ideas demasiado anacrónicas sobre la institución, de no adaptarse a la realidad de los tiempos, de no aceptar que las princesas de hoy puedan ser Cenicientas.

Él se defiende con que no todo vale en el juego de la monarquía y que su labor es ser crítico, aunque sus palabras escuezan. Dice que encaja bien todos los comentarios, burlas e imitaciones que hacen de su persona. “Tengo mucho sentido del humor. Jamás me han molestado. A veces ni me defiendo de los que me atacan o tergiversan lo que digo. ¿Me gustaría ser más querido? Pues sí, pero ¿qué le vamos a hacer?”. Jaime se considera también un hombre leal al Rey. En su vocabulario eso significa decir las cosas buenas y malas, gusten o no gusten.

Esta vez le ha tocado salir en favor del monarca. El periodista denuncia la existencia de “camarillas, posiblemente en torno al Príncipe y Letizia” que estarían promocionando la figura de los herederos a costa de la salud del soberano. Peñafiel les ha respondido con un libro con el título bien claro: El rey no abdica.

“Don Juan Carlos está magníficamente bien”, dice sobre la intervención a la que fue sometido el pasado mes de mayo. “Pero se insiste en que está mal de salud para decir que tiene que abdicar. Y yo creo que todo sale del mismo sitio”.

A los presuntos complots palaciegos se une la falta de confianza de los ciudadanos  tras muchos años de “opacidad” sobre la salud del rey. De modo que ahora, aunque haya una “transparencia enorme, la gente no se cree la verdad y piensa que no está bien”.

La edad tampoco es un problema. “Don Juan Carlos tiene 73 años y las expectativas de vida cada vez son más largas. Puede vivir todavía diez o quince años. La reina Isabel de Inglaterra tiene 86 y ahí está”. También la reina, doña Sofía, ha afirmado en más de una ocasión que el rey no piensa abandonar el trono en vida. “De modo muchachos –dice refiriéndose a las posibles camarillas – que tendréis que esperar a que muera el rey o esté incapacitado físicamente para desarrollar la labor de Jefe del Estado.

¿Y qué pasará ese día? Peñafiel siempre ha defendido que en España no hay monárquicos sino juancarlistas, lo que podría ponerle las cosas difíciles a su hijo.

PREGUNTA. ¿Los juancarlistas se convertirán en felipistas?

RESPUESTA. Yo lo dudo, pero está por ver Porque los meritos del rey no son hereditarios. La gente admira a la persona, por eso son juancarlistas, en cambio el Príncipe es ese gran desconocido; una persona que durante muchos años fue malcriado, distante, maleducado… Gracias a Letizia, hay que reconocerlo, ha cambiado. Lo ha hecho una persona muy cercana a la prensa, muy amable, muy dialogante, lo cual es positivo, pero una cosa es que sea el príncipe heredero y otra que sea el futuro rey.

Causa sorpresa que Peñafiel elogie a la princesa.

P. ¿Será usted felipista?

R. Nunca. Soy juancarlista.

P. ¿Existe el riesgo de que España se convierta en república cuando muera el rey?

R. Lo hay. De todos modos no se pueden hacer predicciones. Yo pienso que la monarquía en España se mantendrá mientras viva don Juan Carlos. Una vez que falte, está por ver. Por tanto, larga vida al rey, por el bien de la institución, de la Familia Real y de España.

P. ¿Entonces, qué le pareció el reportaje sobre los príncipes en el Vanity Fair español, el cual describía a Letizia como ‘el flotador de la monarquía’?

R. Que se sepa, hoy por hoy esta monarquía no se está hundiendo. Posiblemente mañana cuando estén ellos, a lo mejor sí. Sobraba eso del flotador. ¿Qué flotador? ¿Qué flotador? ¿Qué flotador? ¿Pero qué me están diciendo? – exclama alterado y molesto.

Otro de los temas que no gustan a Peñafiel es el mensaje de que Felipe es el heredero mejor preparado de toda Europa, dicho incluso en boca de la propia reina. “No es el mejor ni es el peor. Hay otros mejor preparados que han pasado por varias universidades importantes. Pero tampoco es necesario. Mira el Rey, tiene la formación de un ser humano que ha padecido humillaciones, mientras que el príncipe Felipe nació, como quien dice, coronado ya rey.

P. ¿Y Letizia, está preparada para ser la consorte?

R. En su puesto, con tener una formación media, saber estar, saber sonreír, no bostezar ni meterse el dedo en la nariz es suficiente. Hombre, que tenga un dominio de los idiomas. Lo que sí debe tener es sentido común.

Peñafiel cuenta en su libro, en el que repasa la sucesión española de estos dos últimos siglos, que a Don Juan Carlos no le gustaba el carácter difícil de la infanta Elena – su primogénita – cuando era niña y que por eso pidió a los responsables de la Constitución que eligieran a Felipe como heredero. “En aquella época importaba muy poco. Primero porque no había un sentimiento monárquico. Además Don Juan Carlos pensaba entonces, en una actitud totalmente machista de la época, que un hombre era más valioso que una mujer, y a los padres de la Constitución también les daba igual”.  Una lastima, según el periodista, porque la infanta Elena “hubiera sido una buena princesa de Asturias.

P. ¿Por qué?

R. Porque es la más Borbona y la más parecida a su padre. Tiene un sentido enorme de la dignidad, de la familia. El Príncipe también, pero está totalmente absorbido por su esposa, que parece que sea ella la titular, la que manda, la que impone.

P. El marqués de Villapuente asegura que una buena parte de los nobles estaría a favor de que Elena heredera el trono. Y el periódico El Mundo dice incluso que un bufete madrileño está estudiando la promoción de la candidatura de Froilán – el primogénito de la infanta.

R. Eso es ridículo. Absurdo. La Constitución ampara al Príncipe. Ahora bien, si Letizia diera a luz un varón, habría un dramón de mil demonios porque nacería con todos los derechos constitucionales para ser el heredero pero la sociedad española no permitiría que se discriminara a sus hermanas por ser mujeres.

P. Parte de la nobleza tampoco apoya a Letizia, ¿no? De hecho se creó una asociación (Plataforma Anti Letizia Ortiz), que se disolvió tras el matrimonio.

R. Letizia no cae bien. Se le nota mucho que es una chica muy lista, lo cual no significa que sea inteligente, y eso la gente lo percibe. No por sus orígenes modestos, sino porque ha igualado a la monarquía por abajo y porque ha entrado en la Casa Real como un caballo con cacharrería. Manda mucho. Y eso a la gente que tiene mucho respeto por la institución, a veces molesta.

P. ¿Se pasa Letizia cuando presenta al Príncipe como su ‘chico’ ante sus amistades?

R. Sí, debería de mantener las formas, aunque sean las amistades. La gente tiene un enrome respeto, incluso los que no son monárquicos – que tampoco los hay – por la institución y por la persona.

P. ¿A Letizia le preocupan los medios?

R. No le preocupan, le obsesionan. Yo creo que se levanta todos los días diciendo ‘¿qué me voy a poner hoy?’ para sorprender. Cuando llega a un sitio a los primeros que mira son los fotógrafos. Tiene que ser natural y no vivir tan obsesionada por caer bien. Ella no es un político en campaña electoral. Además, es la consorte, no la titular. Pero eso no hay manera de que ella lo acepte. Es superior a sus fuerzas. Quiere ser la protagonista, que ya lo es. Se vio durante el fin de campeonato mundial de fútbol, quitándole casi el micrófono a la Reina porque ella también quería decir que había sufrido muchísimo.

P. ¿Cómo es la relación del Príncipe con sus padres?

R. El Príncipe siempre ha sido el ojo derecho de su madre. Fue el paño de lágrimas de su madre en su época de, digamos, sufridora esposa. Era el único varón, el único al que le podía pedir… ayuda – dice entre susurros. Y eso luego hay que pagarlo. A ella no le gustaba el tema de Eva Sannum, tampoco el de Letizia ni mucho menos, pero le ayudó a que funcionara.

P. ¿En los dos casos?

R. Yo fui testigo del encuentro entre la Reina y Eva en la boda de Mette-Marit y Haakon. La Reina la miró de arriba abajo y de abajo a arriba, y aquella mirada… yo me dije ‘malo, malo’. Con Letizia, la gran sorpresa fue cuando su hijo le comunicó que se casaba con una mujer divorciada y con un pasado, digamos, apasionado y apasionante – su frase preferida a la hora de referirse al pasado de Letizia.

P. ¿Y cómo es posible que la Casa Real aceptase a Letizia cuando sólo dos años antes había rechazado a Eva Sannum?

R. El rey también intentó oponerse pero el Príncipe le echó un pulso a su padre y lo ganó.

Una vez aceptada en casa, la maquinaria de palacio utilizó los tempos para que la sociedad también la aprobase. “Con Eva hubo una polémica mediática muy grande que puso en la picota a la propia institución. Con Letizia, el Rey sabía que, si anunciaba el compromiso a largo plazo, habría un debate mediático que acabaría con la relación, así que anunció la boda como un hecho consumado – se casaron al cabo de seis meses. Y ante eso, ¿qué haces? Si el rey lo ha aprobado… La gente tragó, pero a quien no tragó fue a Letizia.

“Yo me pronuncié muy en contra de Eva Sannum”, recuerda Peñafiel – esta periodista también lo recuerda –. “Pensaba que no era la persona adecuada, de modo que cuando se anunció lo de Letizia… es que era mucho peor”. Resulta hasta paradójico. Al final la culpa de que el Príncipe eligiera a “alguien peor” es casi que de Peñafiel por haber sido tan crítico con la noruega.

P. ¿Es verdad que Letizia no se lleva bien con el Rey ni sus cuñadas?

R. Lo de las cuñadas pasa en todas las familias. Y más como ella ha entrado. Además, cuando eres hija de rey y entra una persona que es la nieta de un taxista, quieras o no quieras dices: ‘¿pero quién te crees tú?’. Y eso al final crea cierta negatividad.

P. A qué se refería el ya fallecido Jefe de la Casa del Rey Sabino Fenández cuando dijo que la Familia Real no se quiere como el resto de las familias?

R. No solamente como el resto de familia. No tiene ese sentimiento. No sé por qué. Eso de Familia Real queda muy poco, en el sentido amplio y exacto de la palabra.

Precisamente al periodista le sorprendió que en la operación de  mayo nadie de la familia estuviese con el monarca a la entrada del quirófano o cuando recibió el alta – la operación se llevó a cabo en Barcelona. Fue una estrategia de la Casa Real para aparentar normalidad, pero a Peñafiel le dio pena porque la situación en esos momentos era dramática. Cuenta en su libro que, tras las pruebas previas, los médicos se temían un cáncer, y de hecho todo estaba listo para extirparle un pulmón ese mismo día en caso necesario. La sorpresa fue cuando al abrirle el tórax vieron que sólo era un nódulo benigno.

La salud del rey es uno de los temas principales del libro. Jaime repasa todas las enfermedades y caídas que ha sufrido el monarca desde su niñez. Casi todas son conocidas. Sólo hay una que no lo es tanto, o mejor dicho sus consecuencias. En el año 1983 don Juan Carlos sufrió una grave caída practicando esquí causándole heridas en la pelvis que le obligaron a pasar por quirófano dos años después. Hubo que extirparle un testículo como consecuencia, un hecho del que ni siquiera se enteraron los miembros de la familia. La historia cobró tintes de thriller cuando el expediente clínico desapareció en 2004 de la clínica de su médico. El caso nunca fue resuelto y levantó las sospechas incluso entre los jueces.

P. ¿El hurto pudo venir de Zarzuela?

R. Pudo. Pero yo no puedo decirlo. Aquello coincidió con problemas laborales de la clínica.  Había preocupación de que, dados los disturbios, alguien aprovechara para robarlos, entonces para evitarlo,  la Casa Real se pudo anticipar, presuntamente.

P. ¿Dónde están los originales?

R. No se sabe, pero se puede intuir. Pero no se puede decir porque no hay pruebas.

Durante nuestra conversación repasamos otras intervenciones de la Familia Real. Cómo no, sacamos a relucir las operaciones de estética de Letizia. “Ha perdido mucha espontaneidad, mucha naturalidad, pero bueno…”, dice resignado.

Hablamos también sobre el pasado de don Juan Carlos. De cuando Franco le obligó a traicionar a su propio padre, don Juan, al restaurar la monarquía y designarlo al joven como heredero en detrimento del padre, que era el portador del título. “Quizás fueron los segundos más dramáticos de don Juan Carlos, porque Franco no le dejó opción.

Aunque su libro se centra en la Familia Real Española, Peñafiel también hace un repaso sobre el estado, en materia de abdicaciones y sucesiones, de las monarquías europeas.

P. ¿Qué le parece Kate Middleton?

R. Hay algo que no me gusta. No sé que es pero no me gusta.

P. En Inglaterra se especula con que la reina proclame heredero a su nieto. ¿Habladurías?

R. Totalmente. Eso ya vino cuando todo lo de Lady Di. La gente pensó que el príncipe Carlos no estaba capacitado por todo el drama de su adulterio y posterior boda con Camila. Pero ese es el riego de las monarquías. Si el heredero es un incapaz, un bobo o un inmoral, no por eso va a saltarse al padre por el hijo. De todos modos, el príncipe Carlos creo que será un buen rey. Está muy preparado.

P. Charlene Wittstock, ¿estará al nivel de Grace y Carolina como primera dama?

R. ¡No! – de hecho no nos deja ni terminar la pregunta. El deporte le ha restado feminidad. Es una gran nadadora, pero no tiene esa figura tan fantástica que tenía Gracia de Mónaco. Y como primera dama no sé como será.

P. ¿Tiene Rania que temer con todas las revueltas islámicas?

R. Rania es una mujer odiada por la exhibición del lujo en un país tan pobre que lo está pasando tan mal. Se paseó por el mundo convertida en la Carolina de Jordania, con una frivolidad enorme y ahora lo va a pagar. De hecho ya ha desaparecido estos días.

P.  ¿Qué es de Noor de Jordania?

R. Pues Noor al final se tuvo que marchar de Jordania porque la propia Rania le hizo el vacío. Era imposible vivir allí. Ahora vive entre Nueva York y Londres.

P. Otra desgracia familiar vuelve a pesar sobre Farah Diba – uno de sus hijos se ha suicidado diez años después de que otra hija se quitara la vida.

R. Sí, está sufriendo mucho. No se ha vuelto loca porque la mantiene su fé.

P. ¿Qué les ha pasado a sus hijos? Dicen que no pudieron superar lo de Irán…

R. Estando en Marruecos, ya en el exilio, la familia pensó en suicidarse, arrojándose al mar desde el avión…

Pocos saben que la mantilla negra que luce Farah en todos los entierros desde que murió  su marido se la regaló Peñafiel cuando el Sha ya estaba moribundo.

Jaime también tuvo en su día una relación cercana con los reyes de España. Pero los malentendidos, algunos complots contra el periodista, sus feroces críticas hacia Eva y Letizia, y la falta de un gesto por parte de la Reina tras la muerte de la única hija del periodista minaron la relación. Peñafiel, que acompañó a los monarcas en casi todos sus viajes y bodas reales durante sus casi veinte años como redactor jefe de la revista ¡Hola!, ni siquiera estuvo invitado a la boda de Felipe y Letizia.

“Un periodista independiente, y yo lo soy, ha de estar siempre lejos del poder. Yo intento ser objetivo, crítico, siempre respetuosamente. Nadie me puede decir que he insultado a nadie. Jamás. Y seré crítico mientras continúe en esta profesión. Si me invitan a una recepción, ni me enorgullece ni me hace más feliz. Y si no me invitan, tampoco me deprime”.

En cuanto a la Reina, el tiempo parece haber curado las heridas. “Me dolió que no me atendiera pero cometí un error al pedirle algo porque los reyes nunca dan nada. No son amigos de nadie ni deben serlo”.

A sus 78 años, y tras casi medio siglo en esta profesión, no piensa en la jubilación, aunque sí que le apetece disfrutar de otros aspectos de su vida. “No he parado de trabajar ni un solo día. Tengo cinco mil libros para leer”, dice riendo.

El periodista es famoso por su frase ‘valgo más por lo que callo que por lo que cuento’.

P. ¿Jaime Peñafiel continúa valiendo más por lo que calla que por lo que cuenta?

R. Siempre. Yo nunca he traicionado a nadie. Lo sabe la Casa Real y hasta el último mono. Y lo que callo, lo callaré siempre aunque callarlo me perjudique. Todo aquello que pueda perjudicar seriamente a una persona, yo jamás, jamás, lo contaré.