Una película entre dragones

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Opus Dei más Guerra Civil Española es siempre una combinación ganadora para una película polémica. Si además está llamada a ser la respuesta al Código Da Vinci y la envolvemos en forma de superproducción al estilo Hollywood, todo apunta a un taquillazo. Pero quizás porque Encontrarás dragones ha sido dirigida por un director agnóstico, el resultado no ha sido para tanto. Ello, sin embargo, no ha evitado que la prensa española de derechas la haya santificado y que uno de sus productores haya abandonado su trabajo en un banco para consagrarse a la Obra… cinematográfica. 

Una muchacha chilena es la causante de que hoy exista Encontrarás dragones. Todo empezó cuando una antigua monja y un productor de Hollywood le propusieron al director de cine Roland Joffé (Los gritos del silencio, La Misión, La letra escarlata) rodar un guión que habían escrito sobre el fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer. Joffé, de origen judío y escéptico en materia religiosa, no estaba por la labor, pero echó un vistazo a un DVD que le habían mandado y en el que aparecía el hoy santo con una joven durante un encuentro en Chile a principios de los 70. La chica, también judía, le contaba que quería convertirse al catolicismo pero sus padres no la dejaban. El sacerdote le dijo que debía respetar a sus padres y no convertirse sin su consentimiento. La respuesta sorprendió a Joffé, que esperaba de Escrivá una reacción contraria; de modo que inmediatamente se puso a escribir una escena parecida y a partir de ahí escribió su propio guión.

Investigó los inicios de Escrivá y los de La Obra – como se conoce al Opus Dei (Obra de Dios en latín) –, ambos enmarcados en la época de la República y la Guerra Civil Española, y en la creencia del sacerdote de que cualquier persona puede conseguir la santidad a través de hechos cotidianos y sobre todo el culto al trabajo – la base del Opus. Pero, ¿qué pasa cuando lo cotidiano es una guerra? se preguntó Joffé. De ahí que crease una ficción sobre cómo dos amigos con vidas y personalidades opuestas se enfrentan a la guerra, al mal y el perdón, siendo los únicos personajes reales los de Escrivá y algunos miembros de su entorno. ¿El título? Encontraras dragones, una expresión latina utilizada para referirse a los peligros de los lugares inexplorados y que en este caso se aplica al modo de enfrentarse a los desafíos, incluido el propio Joffé, a quienes algunos compatriotas llamaron loco al ver las aguas pantanosas en las que se había metido. El resultado, de todos modos, no dista mucho de la clase de películas que suele hacer el director. El conflicto, los idealismos y el perdón son motivos recurrentes en los filmes del británico. De hecho, los medios ya se han hecho eco del gran parecido entre Encontrarás dragones y La Misión, una película de los años 80 basada en un sacerdote jesuita y ganadora de la Palma de Oro.

La nueva película, prevista en las salas chilenas a principios de agosto, no hubiera visto la luz sin la figura del español Ignacio González-Sancha. Durante el periplo de Joffé en busca de dinero para financiar el guión, una amiga le puso en conctacto con González-Sancha pues éste último reunía las tres Gracias: era fan ferviente del director (y super fan de La Misión), miembro del Opus Dei y financiero de profesión. “Cuando me dijo que no iba a haber película [por falta de dinero], le dije ‘pero hombre, cómo que no, qué pena”, cuenta González-Sancha a CARAS. Fue entonces cuando se le ocurrió producir él la película. Con su experiencia y sus contactos como inversor en productos alternativos, creó junto su amigo Ignacio Núñez – abogado y también miembro del Opus – un fondo de capital de riesgo para recaudar los 25 millones de euros que costaría la película.

Consiguieron el dinero a través de un centenar de inversores extranjeros – entre ellos gente perteneciente al Opus – y la empresa estadounidense N Focus. Sancha estaba convencido de que si la película era ambiciosa recuperaría el dinero, de modo que el guión se convirtió en una superproducción rodada en inglés con actores de la talla de Rogrigo Santoro, Lily Cole, Wes Bentley, Geraldine Chaplin o Jordi Mollà. Ahora bien, visto lo que se le venía encima, González-Sancha abandonó temporalmente el banco para el que trabajaba para dedicarse a tiempo completo a su particular misión.

Siendo sus dos productores miembros, la pregunta es obvia ¿se nota la mano del Opus en el filme? Joffé sólo admite haber recurrido a la institución para buscar asesoramiento histórico. “Ignacio me ha otorgado plena y absoluta libertad creativa”, ha dicho el director durante la promoción. Y pone como ejemplo una escena ficticia del filme en la que una mujer besa a Escrivà y que a González no le gustó. “Le dije que si la cortaba ya me sentiría incómodo y él me contestó que lo primero es que fuera un ‘Roland Joffé Film’ al 100%, así que la escena se quedó”. Aunque también es cierto que ambos acordaron que el británico prestaría atención a los comentarios de la audiencia de los pases previos cuando hubiese un 80% de acuerdo entre el público. Sancha, por su parte, dice que su objetivo no es hacer publicidad de Escrivá, sino que la película exista. “Si el cura hubiese sido otro, la película también habría sido maravillosa”, nos explica.

Lo cierto es que, aunque toda la película está impregnada de los valores esenciales del Opus y el cine de Joffé – el perdón y la redención –, el personaje de Escrivá es el más secundario de los dos protagonistas. La película recoge su niñez y sus inicios como sacerdote, siendo algunas de las escenas ficticias. El resultado es un retrato muy simplista que elude momentos tan decisivos como la escritura de Camino (unos de los libros de cabecera de la institución con 999 aforismos).

Joffé lo presenta casi como un santo. Una persona bondadosa, sencilla e incluso heroica. Un joven que recorrió las calles de Madrid con las suelas de los zapatos desechas, cuando algunas de sus biografías resaltan su aspecto siempre pulcro y su gusto por la opulencia – dice El mundo secreto del Opus Dei que a Monseñor le gustaba presumir de los lujos de su casa en Roma cuando recibía invitados –. La película también muestra a un Escrivá cruzando a pie los Pirineos para escapar de la guerra, cuando en la realidad hizo gran parte del trayecto en autobús y sólo tuvo que andar en los últimos kilómetros.

Ninguna mención, sin embargo, a su mal carácter y a su tendencia a la doble personalidad, ambas facetas reconocidas públicamente. «Siempre estaba dando patadas a las puertas y dando broncas por cualquier nimiedad. Pero si le interesabas por algo tenía un gran don teatral para envolverte con halagos», contó en su día María del Carmen Tapia, un antiguo miembro del Opus. O al hecho de que ya en aquellos tiempos requería a sus seguidores que leyeran la correspondencia personal en voz alta y exigía ser obedecido. Sí lo muestran, en cambio, azotándose con un látigo, una práctica que siempre defendió – «donde no hay mortificación, no hay virtud», dice uno de sus aforismos – y para la que solía utilizar, según algunos libros, un azote de nueve ramales con trozos de metal y pedazos de cuchillas de afeitar.

A lo críticos del Opus no les extraña estas omisiones ni en el filme ni en la vida real. “La hagiografía de Escrivá ofrecida por el Opus Dei dista mucho de la veracidad histórica”, nos explica Pepe Rodríguez, doctor en Psicología y experto en sectas. “Incluso prohíben las películas que tratan la vida de los opusdeístas con realismo y veracidad (demasiado para que sea conocidas por el gran público)”, cuenta.

Y Joffé, qué opina de todo esto. «El Opus no es una organización prístina ni maravillosa, pero yo sigo mi visión artística, y me gusta la idea de Josemaría y su rigurosa disciplina, que me recuerda al budismo”, ha dicho. A quienes critican la imagen afable que ha dado del santo, responde: “Lo que más le criticaban era su mal carácter, que podía ser un poco autoritario. Yo también puedo serlo y no [por eso] soy una persona malísima”.

González-Sancha justifica la objetividad del filme basándose en las creencias del director: “Para los no creyentes es muy difícil que escuchen a un católico hablar de religión. Pero cuando oyen a un agnóstico como Roland, que se toma la religión en serio, pues van a escucharlo con mucho más interés”. Puede. Pero también es verdad que argumentos como éste son la excusa perfecta para diluir la presunta influencia de la institución.

El Opus, por su parte, está de acuerdo con la imagen del sacerdote en Encontrarás dragones. “No recoge toda la magnitud del personaje, pero sí refleja de manera bastante acertada rasgos de su carácter como la amistad o la capacidad de comprensión”, nos cuenta Antonio Hernández, director de Comunicación del Opus Dei en España, quien valora gratamente la película: “Tiene altura, calidad, valores”.

Pases privados

Dónde si se ha notado más la presencia de La Obra ha sido en la promoción del filme. Adoptando técnicas de marketing hollywoodienses, la productora de González-Sancha ha realizado pases previos en los últimos meses para más de mil personas con afinidades religiosas – entre ellas obispos, políticos o periodistas – a los que se les pidió que escribieran y/o hablaran sobre la película y que organizaran premieres privadas para los amigos, a quienes venderían las entradas a precios más caros que en taquilla para fines benéficos. La web de Encontraras dragones también alienta la promoción del filme. Bajo el título ‘¿Qué puedo hacer por la película?’ da ideas a los internautas sobre cómo promocionarla. Por ejemplo, votar el trailer en Youtube, imprimir carteles de la película y pegarlos por la ciudad, o escribirle una carta al director del periódico hablándole del filme. Incluso en algunos colegios religiosos se ha repartido material didáctico para que los alumnos la comprendan mejor y aprendan de ella.

Obviamente España ha vuelto a dividirse en dos. Por una parte están los medios de derechas y los próximos al Opus, que han publicado artículos de opinión calificando el filme de “peliculón”, “obra de arte” o “un clásico” y con textos del tipo ‘Motivos por los que te gustará ver la película’. Mientras que en los medios de izquierdas ha pasado más desapercibida con críticas del tipo “película muy aparente, de fastuoso postizo, pero liviano análisis, comenzando por el papel de la Iglesia católica en el conflicto” (El País). Tampoco las revistas especializadas en cine la han aplaudido. Fotogramas opina que en acabar la proyección “seguimos in albis respecto a Escrivá y a su obra (…) perdiéndose el largometraje en un recorrido de cartón piedra”, mientras que Cinemanía, que sólo le da una estrella y media, compara el “derroche de medios” de la producción “con el poder del Opus Dei”. La película, estrenada a finales de marzo, no pudo superar al éxito rotundo de Torrente 4 y tuvo que conformarse con el segundo lugar de la taquilla en su primer fin de semana, cayendo al octavo puesto la segunda semana y habiendo recaudado algo más de un millón y medio de euros a fecha de cierre de este número.

El Opus Dei ha estado bajo lupa casi desde sus inicios. Prácticas como el martirio, la obediencia, su estructura social, su sistema de financiación, el hecho de que Escrivá fuera reverenciado por las masas, o el difícil acceso a los libros y biografía de la institución provocan que esta prelatura personal del Vaticano sea considerada por muchos como una secta. Su imagen en la gran pantalla no ha sido mejor. Películas como El Código Da Vinci la presentan, aunque con errores de documentación, como una organización sectaria, malévola y poderosa a partir de algunos de sus rasgos como el martirio y la obediencia (el personaje de Silas, miembro del Opus, cometía asesinatos obedeciendo órdenes por el bien de la Iglesia). Como es de suponer, el filme no gustó en el Vaticano. “Es una caricatura burda”, dice González-Sancha cuando le preguntamos por la película.  Algunas personas, como la ex monja que le ofreció el guión a Joffé, pensaban que había que dar una contrarrespuesta. Nada más lejos de la intención del británico. “Esta película no pretende justificar ni explicar ni rehabilitar el Opus Dei”, sentencia el director cuando se le pregunta por ello. De todos modos necesita hoy el Opus Dei limpiar su imagen?  “No se trata de hacer una película para responder a otra, sino de conocer la realidad de la Obra”, opina el vocero de la institución.

En España, el Opus también salió escaldado en las salas de cine hace tres años con Camino (al igual que el libro de Escrivá), un filme basado en los últimos meses de vida de una joven enferma perteneciente al Opus. Inspirada en un caso real, la película – ganadora de varios Goyas – también mostraba a la institución como una secta. En este caso la oficina del Opus en España la tachó de ofrecer una radiografía «falsa y manipulada». Camino, por cierto, sí tendrá respuesta con el documental Alexia, donde la familia contará la vida de la joven, en proceso de beatificación actualmente.

Lo que no deja dudas es que el cine con tintes religiosos, o sectarios, continúa teniendo espacio en las salas de cine. La Pasión de Mel Gibson, El noveno día, Lourdes, The Way (un filme de Emilio Estévez sobre el Camino de Santiago) o la futura The Master (donde Philip Seymour Hoffman interpretará al fundador de la Cienciología) son sólo algunos ejemplos. “Es un fenómeno cultural novedoso e insospechado en un mundo secularizado y beligerantemente anticlerical como el español”, nos cuenta Juan Orellana, director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal Española. El sacerdote opina que esto de sebe a que en un mundo “tan vacío de significado para la vida, renace la pregunta por el sentido de la existencia con fuerza y urgencia, y el cine testimonia esa necesidad. Es un motivo de esperanza y una oportunidad de evangelización que muchos productores podrían aprovechar”.

Y si una posible beata tiene filme, ¿cómo es posible que el santo Escrivá, canonizado hace ya casi diez años, todavía no tenga su propio biopic? “Llegará, sin duda. Es un personaje de todos los tiempos”, dice Ignacio González-Sancha.

PREGUNTA. Por cierto, ¿cambiará la banca por el cine?

RESPUESTA. “Sí recupero el dinero, haré más películas”.