Ni siquiera el verano les ha dado un respiro. Las vacaciones de la Familia Real española han seguido la tónica del annus horribilis de los Borbones: rumores, polémicas y movimientos impredecibles. CARAS reúne a varios expertos para analizar el presente y futuro de la monarquía en un país que también atraviesa por sus peores hojas bajas.
Es difícil superar el primer semestre de la Casa Real: el yerno, interrogado por evasión de impuestos, fraude fiscal, prevaricación, falsedad documental y malversación de caudales públicos. El Rey, pillado en una cacería de lujo en medio de la peor crisis económica del país, lo que le obligó a disculparse en un acto insólito en la historia de la monarquía española. La ruptura íntima de los monarcas al descubierto tras saberse que lo acompañaba su amiga especial, Corinna zu Sayn-Wittgenstein. Don Juan Carlos, operado de la cadera a sus 74 años debido a la caída en el safari. Y uno de sus nietos, herido tras dispararse accidentalmente en el pie con una escopeta.
El verano continua siendo infernal y no por las altas temperaturas: más tropiezos, rumores de separación para Cristina y hasta dos supuestos hijos bastardos.
Los medios internacionales se hacen eco a todas horas de la debacle. El Wall Street Jounal titulaba a finales de junio: ‘La corona española pierde su brillo’. La época en que los Borbones eran una de las casas reales más ejemplares ha terminado. Y lo peor de todo es que, a pesar de que sus miembros se esfuerzan por remontar la situación, a estas alturas ninguna estrategia parece ya funcionar.
Fijémonos, por ejemplo, en la imagen que han ofrecido en Mallorca, lugar oficial de sus vacaciones estivales. Su estancia en la isla ha sido breve y escalonada. Primero la Reina con su hija Elena, los hijos de ésta y los de Cristina (estos últimos apenas pasaron un par de días). Luego se marchó Elena y llegó Felipe con sus hijas pero sin Letizia, que apareció dos días después. Por último, el Rey. Si el posado de toda la familia en el palacio de Marivent era un clásico del verano, esta vez se ha reducido a las imágenes de los monarcas y herederos recibiendo a las autoridades baleares y a un par de fotos de los príncipes de Asturias con las niñas.
El motivo se debe a que las vacaciones “se han adaptado al resto de instituciones en el contexto en el que estamos”, explica a CARAS un portavoz de la Casa del Rey. Esto es: al igual que el gobierno, la jefatura del Estado también ha recortado su recreo. Es más, “el Rey pidió a su equipo que le organizaran muchas actividades oficiales para no dar imagen de vacaciones”, nos cuenta José Apezarena, editor del portal El Confidencial Digital.
“El modelo tradicional de vacaciones en Mallorca se cae”, añade el editor, que también es biógrafo del Príncipe. “A estas alturas de la crisis, las fotografías navegando con el yate Fortuna son ofensivas. Tampoco quieren que se les vea como unos vagos todo el día”.
El remedio ha sido peor que la enfermedad. “Antes los reyes llegaban juntos y eso daba una mayor sensación de unión familiar. Pero ahora, por querer dar esa imagen de trabajo, han llegado de manera escalonada y eso ha provocado el efecto contrario”, explica Consuelo Font, una afamada periodista experta en Casa Real.
Los pocos atisbos de unión familiar se reducen a la abuela con los nietos o el beso que el heredero le plantó a su madre en la final olímpica de baloncesto.
Al resto de colegas tampoco le ha gustado este nuevo formato. Los fotógrafos que emigran a la isla en verano critican la falta de actividades cotidianas o el hecho de que sólo avisen a la agencia EFE. “El año pasado con las salidas habituales cubríamos el verano. Este año ha sido un desastre”, se han quejado algunos al portal Vanitatis. No olvidemos que por fotos de Letizia en bikini se han pagado 300.000 euros.
Esta fórmula también ha traído rumores. Se dice que Elena huyó antes de que llegara Letizia, o viceversa: que ésta retrasó el viaje para no coincidir con la infanta. Los expertos aseguran que su relación no es íntima, pero que tampoco hay una guerra. El Confidencial Digital afirma incluso que se solaparon unas horas en Marivent y almorzaron juntas. Letizia, por cierto, llegó más tarde porque tenía trabajo de despacho, han dicho los medios. “Estaba en Madrid”, es lo único que contesta la Casa Real.
Estas vacaciones también han evidenciado los esfuerzos de Zarzuela para mejorar la imagen del Rey. Por ejemplo, cenando (y dejándose fotografiar) con el tenista Rafa Nadal en una terraza al lado de comensales anónimos, u ofrecer bebidas a los periodistas que cubren la agenda de trabajo en la isla. Aunque para la oficina de prensa real no se trata de algo puntual: “Desde hace más de un año se ha intensificado la política de transparencia”, argumentan.
¿Ayudan estos gestos a superar el escándalo de abril? “Sí, pero lentamente. Aquello fue una torpeza y estas cosas dejan huella durante tiempo”, dice Antonio Torres del Moral, catedrático de Derecho Constitucional y experto en monarquía española.
Cuestión aparte es el espectáculo de Cristina e Iñaki Urdangarín. No se les esperaba en la isla; luego se anunció que la infanta iría con los niños, lo que avivó los rumores de separación; pero al final “y para acallar los rumores”, dice Font, se recluyó con su marido en Barcelona. La imagen de improvisación ha sido total. “La Casa del Rey no puede controlarlo todo”, justifica Apezarena. A la pregunta sobre los cambios de planes, el portavoz real contesta: “Fue por decisión personal”. “Quizás no deberían haber venido a España porque su presencia ha traído más polémica y ruido”, opina Consuelo.
El estado del matrimonio es una incógnita. “Ella está enamorada pero es complicado”, cuenta la periodista. “La situación de Iñaki tiene al Rey en un estado de enfado absoluto. Nombrarlo es lo peor”, añade. De ahí que Cristina se sienta muy sola en su destierro en Washington. “Tiene un bajón considerable (…) Quiere volver sí o sí”, publicó El Mundo en julio. Los cronistas reales coinciden en que el monarca está presionando a su hija para que se divorcie. “Sí, es la única solución, porque ante cualquier noticia negativa que salga en el futuro – el caso está pendiente de juicio – quedaría fuera del ámbito real”, expone Consuelo. Se habla también de una crisis en la pareja. “Estas situaciones provocan tensiones salvajes en un matrimonio. En este caso él la ha salpicado y ha provocado la mayor crisis de la historia de la monarquía”, recuerda Font.
Fuentes de El Mundo aseguran: “Dudo mucho que ahora esté tan reticente [a la separación]”. El periódico ve también la prueba en una supuesta conversación íntima del monarca en la que habría dicho: “Estoy a punto de solucionar un problema que me preocupa bastante”.
Pero entonces va y los paparazzis cazan a Cristina cerca de Biarritz (Francia) en actitud cariñosa con su marido y la suegra. “Los sentimientos de la infanta oscilan más que el Ibex”, bromea Consuelo ante la dificultad de saber lo que pasa por su cabeza estos días.
A este panorama hay que sumar otros disgustos. A principios de agosto el Rey sufrió una leve caída en una reunión con la cúpula militar. Los comentarios en la calle fueron del tipo: “Mejor que se quede en casa porque allá donde va, hace el ridículo”. Torres del Moral opina que la preocupación por el escándalo del safari “está siendo sustituida por su salud y la inquietud sobre si se está considerando el relevo en la Jefatura”.
Una semana antes, con 226 votos a favor y 13 en contra, los socios de la organización conservacionista WWF España le retiraron el título de presidente honorífico debido a la foto del elefante abatido. “Aunque ese tipo de caza es legal y está regulada, ha sido considerada incompatible con la Presidencia de Honor”, dijeron.
Luego está el caso de un catalán y una belga que comparten el mismo progenitor y afirman que éste es… don Juan Carlos. Él, Albert Solà, lleva años intentado demostrar el parentesco; ella, Ingrid Sartiau, quiere informar del análisis a Zarzuela. De ser cierto, Solà sería el primogénito.
Por si fuera poco, el padre, la abuela y la tía paterna de Letizia están imputados por un presunto delito de alzamientos de bienes. La justicia sospecha que realizaron tretas para evitar el embargo de la casa familiar de los Ortiz como consecuencia de las deudas contraídas por la tía en sus negocios.
Y, bueno… el Rey encima se ha quedado sin la compañía de Corinna. Pilar Eyre, una de las expertas reales más informadas sobre esta relación, ha dicho que a la aristócrata le han aconsejado poner tierra de por medio.
Chascarrillos aparte, los problemas de la monarquía española no pueden tomarse a la ligera. En un contexto de grave crisis económica, “si los mercados financieros aprecian riesgos de todo tipo, incluida la monarquía, todavía nos castigarán mas”, opina Apezarena, autor de Así es el príncipe. Amén de que fomenta la causa de republicanos e independentistas.
“La institución permanecerá si los principales partidos políticos se la creen y la mayoría de la sociedad la apoya”, sostiene el editor. ¿El problema? “Antes no hacía falta cuestionarse la monarquía en sí porque era muy joven pero ahora la sociedad no lo tiene tan claro”.
Los datos lo confirman. La institución suspendió por primera vez en 2011 (sacó un 4,8) en la encuesta oficial del Estado. Y si bien la figura del Rey sale bien parada en los sondeos, la república gana adeptos con el tiempo y entre los más jóvenes. “La monarquía fue muy importante en la Transición y el golpe de Estado, pero muchos de los ciudadanos ni siquiera lo han vivido y por tanto empieza a olvidarse”, razona Apezarena.
Gestos de transparencia como publicar las cuentas o rebajarse el sueldo – como acaban de hacer – están bien pero según Torres del Moral falta información relevante. “Información del trabajo que se hace e información rápida y seria acerca de los problemas que surjan con alguno de sus miembros sin esperar a que esos asuntos se vicien por la vía del rumor”, porque según él, “la Casa, de vez en cuando, sale al paso con aclaraciones o desmentidos no siempre afortunados”.
También debería explicarse más la utilidad pública de la Corona, opina Apezarena. “Los empresarios que viajan con el Rey a Latinoamérica o Arabia siempre dicen que su actitud es espectacular y que tienen un crédito que no tienen otros cargos. Eso debería potenciarse”.
La fórmula para que la sociedad considere necesaria a los royals en el siglo XXI también pasa, según el editor, por acercarse al modelo inglés, pues pese a todos sus annus horribilis, la corona británica ha resucitado gracias a detalles que provocan que la gente esté más cerca de la Reina. El mérito es de ella, opina, pero al igual que William y Kate le han dado un empujón a Buckingham, las niñas de los príncipes también podrían lograr el milagro. “A medida que crezcan, la sociedad se encariñará más con ellas y eso les dará una oportunidad a sus padres para acercarse a la gente”, piensa el editor.
Es curioso que, al final, sea la monarquía británica el ejemplo a seguir para salvarse.