Facebook sacude al feminismo

Sociedad

Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook y la décima mujer más poderosa del mundo, se ha propuesto reavivar la (estancada) lucha por la igualdad. Y vaya si lo ha hecho. Su libro Vayamos adelante plantea una tesis ignorada en muchos debates: las mujeres pueden ser un lastre para sí mismas. Así, en afirmativa, sin interrogaciones. La polémica, claro, está servida.

Las mujeres “nos cortamos nuestras propias alas”, “aspiramos en menor medida a ocupar altos cargos” y “no solo son víctimas del sexismo sino que también pueden perpetrarlo”. Es más, algunas impiden a sus maridos compartir las tareas del hogar por ser demasiado controladoras y críticas con ellos. Así piensa Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, la décima mujer más poderosa del mundo según la revista Forbes y la autora de Vayamos adelante, el libro que recoge sus opiniones y en el que se basa el movimiento Lean In (nombre original de la obra).

Leído así, de tirón, puede resultar polémico y hasta insultante. Y, en efecto, en Estados Unidos algunas voces contrarias no han tardado en responder a dichas provocaciones. Joanne Bamberger, autora de Mothers of Intention lo ha calificado como “el último episodio en la guerra contra las mamás”. Otra autora, Peg Tyre, critica a Sandberg de mucho hablar pero poco hacer desde su sillón en Silicon Valley: “No son las inocentes estudiantes universitarias las que necesitan pensar de otra manera para que las mujeres puedan salir adelante”, escribió en The Washington Post. Mientras que Maureen Dowd, articulista en The New York Times y ganadora del premio Pulitzer en 1999, la ha acusado de utilizar la causa para promocionarse a si misma y a Facebook.

Pero la intención de la ejecutiva no es provocar sino poner sobre la mesa un aspecto que, dice, existe pero que se discute “muy pocas veces y al que con frecuencia se resta importancia”. De hecho, la semilla del libro se plantó en su cabeza el día que, estando embarazada de su primer hijo y trabajando para Google – donde fue directora de ventas durante casi siete años – se dio cuenta de que si no habían plazas de aparcamiento para las empleadas encinta era porque… ninguna se había atrevido a pedirlas.

Tras esta revelación, se ha propuesto ayudar a derribar los “obstáculos internos” a los que se enfrentan las mujeres en sus carreras. Y lo hace con Vayamos adelante, una mezcla de autobiografía, manual de autoayuda, gestión profesional y manifiesto feminista, ya que, según esta directiva de 43 años, “los logros conseguidos hasta ahora no son suficientes” y hace falta “reavivar la revolución” para “permitirse el sueño de la posibilidad”.

Y de igual modo que no todos comparten su mensaje, otros lo han abrazado. La propia Michelle Bachelet, encargada de firmar el prólogo de la versión en castellano, ha definido el libro como una “guía” para “avanzar en la vida”.

Sandberg sostiene sus tesis con numerosas estadísticas, estudios y los ejemplos vividos por ella y otras directivas poderosas que cita en su libro como  Virginia Rometty, la primera directora general de IBM, o Arianna Huffington, la fundadora del The Huffington Post.

A lo largo de su carrera, que también incluye haber sido directora de equipo del Secretario del Tesoro en el último gobierno de Bill Clinton, ha visto como sus colegas femeninas se quedan en un segundo plano en las reuniones y rechazan ascensos con argumentos del tipo “no estoy segura de que vaya a ser buena en ese campo” o “todavía me queda mucho por aprender en mi puesto actual”, algo poco frecuente en boca de un hombre, según Sandberg.

Y otro fenómeno del que ella misma ha sido protagonista: el síndrome del impostor; esto es: creer que no mereces un halago porque te consideras un fraude. Le ocurrió la primera vez que Forbes la incluyó en la lista: “Lejos de sentirme poderosa, me sentí avergonzada y vulnerable”, relata en el libro.

Y esto ocurre, afirma, por falta de confianza en una misma, porque las mujeres tienden a subestimarse y  por miedo a extralimitarse, a fracasar, a ser juzgada. Pero, ojo, a diferencia de las voces críticas que la acusan de culpar a la víctima, Sandberg lo achaca a los estereotipos y mensajes que interiorizamos desde pequeños.

Según Sandberg, entre cuyas fuentes de inspiración están su abuela y la activista Gloria Steinmen, las mujeres son asociadas a los roles de cuidadora, seres sensibles y de espíritu solidario. Por ello, se ponen motes a las que no muestran estas facetas (La mujer de hierro en referencia a Angela Merkel por ejemplo) o se tacha de mandonas a las niñas que buscan liderar. Un patrón que, una vez más, no suele aplicarse a un hombre.

El éxito femenino es lo opuesto a popularidad y atractivo, demuestran también los estudios. Explicaren en una entrevista de trabajo por qué se está cualificadas para un puesto resta probabilidades de conseguirlo.

Por otra parte, “se nos insiste en que si tratamos de abarcarlo todo (familia y trabajo) seremos infelices. ¿Y quién elige el trabajo antes que la vida?”, se pregunta Sandberg, quien se casó a los 24 años pensando que el matrimonio era vital para ser feliz y se divorció un año después al darse cuenta de lo contrario.

Con este escenario, es lógico –argumenta esta licenciada en Empresariales por Harvard – que las mujeres se creen barreras internas. Si a ello unimos las externas, como el sexismo que todavía existe en las empresas o la falta de políticas de igualdad por parte de las instituciones, el resultado es que hay menos mujeres que ocupan, y desean ocupar, puestos de alta responsabilidad.

Para Sandberg, que le saca quince años a su jefe, Mark Zuckerberg, “la situación de la mujer mejorará cuando haya más mujeres mandando y preocupándose por nosotras”. Para ello hay que romper las barreras internas. Cuando no hay miedo, dice, las mujeres son libres para elegir carrera, familia o ambas. Por eso, al más puro estilo de un manual, da consejos como, por ejemplo, sentarse en lugares relevantes, sonreír y utilizar el ‘nosotros’ en lugar del ‘yo’ en una negociación. Sí, sabe que es paradójico que abogue por luchar contra los estereotipos y al mismo tiempo dé consejos para adaptarse a ellos, pero es “un método para alcanzar un fin determinado” y, en todo caso, espera que no tengamos que regirnos “por esas reglas arcaicas siempre”.

Más cosas que cambiar: elegir la familia está muy bien, defiende esta madre de dos niños, pero hazlo cuando tengas el bebé, no rechaces oportunidades años antes – cuando a lo mejor ni siquiera tienes pareja – sólo porque algún día dejarás el trabajo para ser madre.

Y un último apunte: la necesidad de trabajar en equipo para aumentar el poder del colectivo. Este es el mensaje de Sandberg que más le ha impactado a Bachelet, tal y como escribe en el libro la ex presidenta y directora de ONU Mujeres hasta hace dos meses.

A raíz del libro, la ejecutiva de Palo Alto ha creado una organización para promover el liderazgo femenino: Lean In. Funciona a través de grupos pequeños que ayudan a sus miembros a conseguir objetivos. La iniciativa también ha recibido las críticas de la columnista del New York Times: “Es un nuevo tipo de club: un combo de reunión, sesión de Oprah y charla corporativa. (¿Dónde está el yoga?)”, concluía sarcásticamente Maureen Dowd el pasado febrero.

Sandberg, alumna aventajada, aprovecha el libro para desmontar las críticas que ha ido recibiendo desde que empezó a ser más activa en la causa. Le apena la llamada guerra contra las mamás pues considera que las amas de casa también son trabajadoras y en las casis 300 páginas repite en múltiples ocasiones lo “importante” que es la labor de criar a los hijos.

Sobre que Vayamos Adelante sólo es apto para supermadres ricas, admite que hay que partes que sí. Ahora bien también reconoce que no se puede tener ni hacer todo. “Superwoman es la villana del feminismo”, afirma la directiva, cuyo salario anual rondaría los 30 millones de dólares.

A los que opinan que antes que derribar las barreras internas hay que romper las externas, los apoya. “Ambas opciones tienen su parte de razón” pero también pide a a los dos bandos que se dejen de batallas filosóficas y “pongámonos a trabajar en ambos frentes”.

Y a los que dicen que es muy fácil hablar desde su posición, les da la razón, pero puesto que ahora está ahí, quiere ayudar. Reconoce también que no todas las mujeres quieren poder, hijos o ambos. Y eso está bien, viene a decir. Eso sí, les recuerda que el libro va dirigido a aquellas que sí buscan el liderazgo.

Y sí, se considera feminista, pero eso no significa que vaya en contra de los hombres. Casada por segunda vez con David Goldberg – CEO de SurveyMonkey, la empresa tecnológica dedicada a la creación de encuestas online – alaba constantemente a su marido y recuerda que hasta que los hombres no sean respetados por contribuir en el hogar, ellos tampoco serán libres para elegir entre casa y trabajo. Y las primeras en respetarlos deben ser precísamente las esposas. No los critiquéis “aunque le ponga al bebé el pañal en la cabeza. Si hace las cosas a su manera, encontrará el modo de hacerlas correctas”.

Leer artículo en la web.

DESPIECE (no publicado)

La tesis de Sheryl Sandberg ha despertado críticas en EEUU. En España, sin embargo, sus planteamientos son bastante aceptados entre las feministas y expertas en liderazgo femenino que CARAS ha consultado; aunque con algunas diferencias.

PREGUNTA. ¿Las mujeres se frenan a sí mismas?

Pilar Gómez-Acebo, presidenta de Honor de la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias: Sí, por inseguridad y falta de autoestima. Y lo peor es que las barreras externas se aprovechan de las internas. Por tanto, hay que destruir ambas. Para ello es fundamental autoestima y solidaridad

Sara Berbel Sánchez, doctora en Psicología Social y autora de Directivas y empresarias. Mujeres rompiendo el techo de cristal: El techo de cristal lo construyen el modo en cómo se trata a las mujeres y con lo que ellas mismas sienten. La estructura tradicional sigue siendo determinante y también los difíciles horarios laborales. Pero también existen miedos y resistencias: al poder, al desempeño de roles públicos, a un supuesto abandono familiar, así que algunas optan por renunciar a carreras profesionales exitosas. Pero esto también se debe a la diferente educación que han recibido hombres y mujeres.

Carmen Sanz, presidenta de la organización Mujer y Empresa: Creo que (Sheryl Sandberg) tiene razón. Los horarios imposibles de los directivos son difíciles de compatibilizar con hijos y familia, y supone un gran esfuerzo para las mujeres que apuestan por desarrollar su carrera profesional.

Rosa Mª Durango Simón, directiva de la Federación de Mujeres Progresistas: Los obstáculos internos no dejan de ser también externos, porque es la educación que nos han transmitido. Desde que nacemos se nos dice que somos las que “debemos cuidar de la familia”. Esto podría cambiarse con una educación no sexista.

P. ¿Existe falta de ambición en las mujeres por los puestos directivos?

Pilar Gómez-Acebo: El poder no entiende de géneros. Es muy egoísta: tú o yo. Si tú lo dejas, lo cojo yo. Hay que hablar en términos de poder y no de género.

Rosa Mª Durango Simón: No es falta de ambición, es la consecuencia de una injusticia social. El día tiene 24 horas para hombres y mujeres, pero para ellas se les exige el doble. Las políticas deben tener en cuenta esa desventaja y promover, no ya la conciliación, sino la corresponsabilidad.

P. ¿Se puede aplicar a todas las mujeres el lema de Sandberg: Si quieres, puedes?

Pilar Gómez-Acebo: Si quieres, puedes, pero con la ayuda de los otros. No se puede hacer por sí solos.

Sara Berbel Sánchez: Una actitud positiva ayuda a vencer obstáculos pero es una falacia pensar que si no se logran cambios estructurales en nuestra sociedad las mujeres accederán a cargos de decisión. La desigualdad está en la base social, los recursos económicos, el nivel formativo…

Carmen Sanz: Conozco mujeres sin estudios que han creado auténticos imperios económicos. Para triunfar se necesita creer en una misma, tener talento y empuje; en cualquier estrato social y en cualquier nivel de educación.

Rosa Mª Durango Simón: No. Las estadísticas están ahí. La sociedad pone múltiples barreras para que la situación sea desigual para hombres y para mujeres.

P. ¿Vayamos adelante es ‘el último episodio en la guerra contra las mamás’?

Sara Berbel Sánchez: Animar el trabajo remunerado no es una guerra a la maternidad. Es un error plantearlo como un dilema de opción exclusiva. Pero la sociedad, a menudo, no lo permite por razones estructurales.