Los Aga Khan, la leyenda sigue

Otras monarquías

Rita Hayworth, Jean Fontaine, Judy Garland, Zsa Zsa Gabor, Kim Novak… ¿Qué tienen en común estas damas aparte de su fama? Que todas han pasado por los brazos, o eso dice la leyenda, de un Aga Khan, una dinastía tan desconocida como poderosa y exótica. La última en formar parte de la plantilla es la top model Kendra Spears, quien deberá convertirse al Islam para acceder al feudo de las Begums. Su fe por un reinado no siempre eterno.

Cuatro modelos, dos bellezas que podrían haberlo sido, varias estrellas de Hollywood, un símbolo sexual y una bailarina. Este es el harén (más notorio) de los Aga Khan, los jefes espirituales de los ismaelitas, una de las corrientes de los musulmanes chiíes. Descendientes directos del profeta Mahoma. ¿Sorprendidos de la unión entre el Islam y el star system? No debería, porque los Aga Khan (que se traduciría algo así como comandante en jefe) son el emblema de la jet-set internacional de los años 60. Una dinastía a caballo entre Oriente y Occidente, espiritualidad y negocios, diplomacia y escándalos, misterio y leyenda. Amantes de los caballos y las mujeres hermosas.

El mito continúa en el siglo XXI con el anuncio de compromiso del príncipe Rahim, primogénito del actual Aga Khan, y la estadounidense Kendra Spears. Un nombre desconocido para la mayoría pero que podría haber sido la próxima Cindy Crawford, o eso dicen en la industria de la moda. Porque Spears, de 24 años, era la nueva promesa de las pasarelas. Ha desfilado para Valentino y Prada, es imagen de Escada y Armani y ha posado para las portadas de Vogue y Dazed and Confused. Las agencias Ford y Next Management llegaron a los juzgados para ver quién se quedaba con su contrato.

Spears, sin embargo, tendrá que abandonar su presente y futuro cuando se case con Rahim, ceremonia de la que se desconoce la fecha. Ser la esposa de un Khan no es cualquier cosa. Los ismaelitas son pocos (alrededor de veinte millones) dentro del grupo de los chiitas, y sobre todo en comparación a los sunitas, la corriente a la que pertenecen más del 80% de los musulmanes. Pero son casi más poderosos que todos juntos. No tienen reino, pero si título de Altezas Reales (concedido por el Reino Unido). Su responsabilidad es más grande que la del Papa – opinan ellos – porque si este último “sólo se preocupa del bienestar espiritual de su rebaño”, ha dicho el actual Aga Khan, ellos se encargan de las necesidades espirituales y materiales de sus fieles. Su trabajo es mejorar la calidad de vida de sus seguidores – repartidos por Pakistán, Afganistán, Europa, Norteamérica y África – a través de escuelas, hospitales, mezquitas y otros servicios, del que se benefician el resto de comunidades.

El primer paso para entrar en el universo de las Begums, título que reciben las esposas de los Aga Khan y que equivale a princesa, es un cambio de look. En la foto de compromiso, Kendra aparece sentada al lado de Rahim, de 42 años y un cierto aire a Tom Ford, con un vestido oscuro de manga tres cuartos, cuello barco subido, collar de perlas blancas, moño de señorona y pedrusco en el dedo anular izquierdo. Vamos, igualita a como aparece en la actual campaña de ropa interior de Versace. Lo segundo, despedirse de su vida de plebeya. Si hasta ahora contaba detalles de su día a día en su perfil de Twitter (@Kendra_Spears), desde el anuncio a malas penas ha retuiteado un par de noticias de la UNESCO. Lo tercero, convertirse al Islam, habitual en las esposas del actual jefe o heredero.

Un salto de fe que, sin embargo, no suele traducirse en un empacho de perdices y felicidad. Los Khan son muy modernos de ideas: defienden los sistemas democráticos, apuestan por el diálogo entre civilizaciones, consideran vital la educación y el bienestar social para frenar los extremismos, y son respetados por soberanos y jefes de Estado. Pero son – qué se le va a hacer – infieles por naturaleza. Las tres últimas generaciones de primogénitos, sin contar a Rahim, suman siete divorcios.

Fascinados por Occidente

Abrió la veda el Aga Khan III, el bisabuelo de Rahim. Durante los 72 años que duró su imanato (1885 – 1957) consiguió el objetivo que el Sah de Persia le encomendó al primer Aga Khan cuando le concedió este título en 1818: reorganizar a la comunidad ismaelita. Fue un prohombre entre los musulmanes indios llegando a presidir la Liga Musulmana (un partido político que velaba por los intereses de esta comunidad en la India y Pakistán). Fuera de su ámbito fue presidente de la Liga de las Naciones (la antecesora de la ONU) en 1937.

Tras abandonar la India y establecerse en Europa, Occidente le cautivó. A nivel intelectual y femenino, pues tras el divorcio – sin hijos – de su primera esposa, la Begum Shahzadi, se casó tres veces más. Primero con una bailarina italiana del Ballet de Montecarlo, con quien tuvo dos hijos. Luego con una modista de París, con la que tuvo otro. Y por último con una Miss Francia que ya se había convertido al Islam cuando le conoció. La Begum Om Habibeh fue la mujer con la que alcanzó la “unión auténtica y completa, y el entendimiento en el plano espiritual, mental, y emocional” que hace falta para que un matrimonio sea un éxito, escribió el líder en sus memorias.

La fama de mujeriegos llega, sobre todo, con su hijo Ali. Él debería haber sido el cuarto Aga Khan pero su padre decidió pasar el testigo a su nieto mayor pues, antes los cambios que se estaban produciendo en el mundo, opinaba que hacía falta sangre joven para entenderlos.

Eso y puede que también el hecho de que Ali, ya nacido en Europa, fuera toda su vida un auténtico playboy. Si bien al final de su vida fue un diplomático respetado – fue vicepresidente de la Asamblea General de la ONU – y considerado el mejor comerciante de caballos de competición de la época, se caracterizó por ser un bon vivant.

Impecable a la hora de vestir y dotado de un gran carisma, este dandi se casó primero con una aristócrata inglesa, con quien tuvo dos hijos varones, y luego consiguió el sueño de muchos hombres: desposar a Rita Hayworth, quien se divorció ipso facto de Orson Welles al ver que Ali era “más atento y romántico” que el director y guionista, confesó la actriz. Por él abandonó temporalmente Hollywood aunque no se convirtió al Islam.

Su boda, celebrada en la Riviera Francesa, fue más espectacular que la de Grace Kelly. Acudieron príncipes, maharajás y emires. Había una piscina con mil litros de colonia, los súbditos del príncipe agasajaron a Gilda con perlas, marfil y oro, y la reverenciaron con besos en los pies. Tuvieron una hija, Yasmin, hermanastra por tanto del actual Aga Khan.

LA DIOSA DEL AMOR, SIN EMBARGO, NO ERA SUFICIENTE PARA ALI, quien según los rumores de la época, gozaba de una gran resistencia sexual. Dos años después, harta de sus infidelidades, pidió el divorcio. “Es muy agradable pero no entiende lo que es una familia”, dijo ella. “No puedes imaginar lo mal que me siento por haberte perdido”, le escribió él. Mientras tanto los nombres de Jean Fontaine, Judy Garland, Zsa Zsa Gabor y Kim Novak se sumaban a su lista de amantes. Antes de morir en un accidente de coche se casó con la modelo Bettina, musa de Hubert de Givenchy.

El actual Aga Khan, por su parte, aporta dos divorcios a su currículum amoroso. Imán desde los veinte años (hoy tiene 67) es el fundador de la Aga Khan Development Network (AKDN), una de las mayores redes privadas de desarrollo mundial y con la que el actual jefe mejora la vida de su pueblo. Es también el paraguas de las numerosas inversiones de los Khan, cuyos negocios comprenden aerolíneas, farmacéuticas y telecomunicaciones. Sus fieles les pagan un diezmo que supondría hasta un 15% de sus ingresos anuales, según se ha publicado. Este dinero va íntegro a las acciones sociales de la AKDN. Hay mucha opcidad sobre las cifras que manejan, pero su fortuna personal se calcula en trece mil millones de dólares.

Formado en Harvard, en lugar de las academias militares británicas a las que suelen acudir otros líderes musulmanes, llevó el glamour a Cerdeña en los años 60 atrayendo a otras sagas como los Agnelli. Cuenta con 600 caballos de carrera y posee el mayor criadero y establo de Francia, donde está su cuartel general.

Su primera esposa fue la modelo inglesa Sarah Croker, la Begum Salimah. Con ella estuvo 25 años y fueron padres de tres hijos. En 1998 llegó la aristócrata centroeuropea Gabriele Renate. Al igual que la primera esposa de Ali, ella también abandonó a su primero marido por el embrujo de las mil y una noches que promete la vida de un Khan. Pero en 2004 un detective privado lo cazó de vacaciones con otra mujer. “Al principio no puede separarse de su mujer ni un segundo y la colma de regalos, pero cuando pierde el entusiasmo, su corazón se vuelve de hielo”, habría dicho un amigo del imán. El divorció de La Begum Inaara se prolongó hasta 2009. Ella, con la que comparte un hijo, habría pedido 200 millones de euros, pero sólo obtuvo 60 y la mitad de la culpa en la ruptura. Él por infiel y ella por descuidar las obligaciones que asumió en el contrato como esposa de un líder espiritual, reza la sentencia.

Por ahora el único no divorciado es el hermano del futuro novio, el príncipe Hussein, casado con Kristin White, una americana tan rubia, alta, delgada y guapa como la Begum Inaara. Trabaja como consultora de salud y desarrollo.

Esa es otra, la mayoría de las mujeres que pasan por la vida de los Khan se transforman más allá de su fe. Lo suyo no es sólo organizar cenas filantrópicas sino volcarse sobre el terreno. La Begum Om Habibeh creó una fundación en Egipto centrada en la educación y la sanidad, y no le importaba mezclase con pobres y ancianos. La Begum Salimah continua vinculada con la AKDN, es embajadora de Aldeas Infantiles SOS y suele pisar los campos de refugiados afganos. Y la princesa Yasmin forma parte del consejo de instituciones punteras en la lucha contra el Alzeimer, la enfermedad que condenó al olvido a Rita Hayworth.

La web de la AKDN no esconde el pasado de Kendra Spears. Al contrario, alaba el hecho de que haya trabajado con los mejores nombres de la industria, pero también recalca que posee un diploma en Sociología y que le interesa el arte y la arquitectura. Esto y sus tuits de la UNESCO podrían ser una pista de la nueva pasarela por la que desfilará la nueva Begum. Ahora sólo falta saber si se convertirá en una Noor de Jordania o si sólo engrosará la leyenda.

DESPIECES

TAMPOCO ESCAPAN A LA TRAGEDIA

A la muerte de Ali en accidente de coche con su esposa Bettina de acompañante (sobrevivió pero perdió el hijo que esperaban) se suma el suicidio en 2011 del hijo de Yasmin a los 25 años. El nieto de Rita Hayworth era adicto a las drogas, tenía el virus del VIH y llevaba una doble vida como actor amateur porno, publicaron los medios de EEUU.

LOS AGA KHAN SOBRE EL TERRENO

(No publicado)

Las acciones de la AKDN se desarrollan en una treintena de países, principalmente en Asia y África. Concede microcréditos, ha levantado universidades como la Aga Khan, en Karachi, y asiste en situaciones de emergencia como el terremoto de Pakistán en 2005. En 2002 donaron 75 millones de dólares para la reconstrucción de Afganistán, la mayor cantidad de todas las aportadas. Promotora de la cultura islámica, cada tres años otorga el Premio Aga Khan de Arquitectura, el más grande en todo el mundo.

Leer artículo en la web.