Manual de una boda boho chic

Principado de Mónaco

¿Qué pasa cuando el chico más rebelde de la realeza europea se casa con la chica más bohemia de la jet-set? Pues que su boda se convierte en la más trendy del momento. Así que si usted sueña con una celebración glam pero desenfadada y en la que se respire amor y libertad, haga de la boda de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo su guía particular. Los festejos, celebrados el pasado 31 de agosto en Montecarlo, son lo último en bodas hippie chic.

Regla número uno: guárdese los detalles del enlace. Hoy lo más cool es mantener el misterio. Deje que sus amigos más modernos suban algunas fotos a Instagram y, si es un Grimaldi, cuele a sus paparazzis de confianza para deleitar al público sin perder mucho la privacidad. Diga sí a un par de imágenes oficiales. No, a una retransmisión en directo.

Regla número dos: empiece las celebraciones tres días antes. Primero reúna a sus cinco amigas más íntimas en una cena, póngale énfasis al momento – La calma antes de la tormenta tituló Tatiana – y comparta la velada en las redes sociales.

Haga de la jornada siguiente una original despedida de soltera. Nada de contratar a un stripper y perder los papeles. Copie de la novia, que pasó el día en un velero con su pandilla de it-girls. A saber: la embarazadísima Charlotte Casiraghi, amiga y ya cuñada; Eugenie Niarchos, nieta del otro armador griego; Bianca Brandolini, musa de la firma Valentino; Gaia Repossi, la diseñadora del anillo de compromiso de la novia; y otras familiares y amigas. Faltó Margherita Missoni, demasiado encinta para tanta fiesta.

Pida a sus damas que luzcan vestidos blancos de estilo ibicenco, trenzas y coronas de flores. Resérvese el color para usted, como Tatiana, que lució un modelo de Missoni en tonos rojos. Añada la stravaganzza (los socialités se lo pueden permitir) de subir a sus perritos a bordo, como hicieron la novia y su cuñada. Ideal un boston terrier o un dachshund. Por último, posen todas juntas y deje que alguien con muchos seguidores en la red, como Lauren Santo Domingo – esposa de su tío Andrés y colaboradora del Vogue USA – suba la foto y la titule Las vírgenes suicidas (¿hay algo más hipster que una película de Sofia Coppola?)

Al atardecer, cojan sus capazos y reúnanse con los chicos. En un lugar fashion pero al aire libre, como el Beach Club de Montecarlo. Allí el novio y sus amigos – en este caso los cachorros Vladimir Restoin-Roitfeld (hijo de la estilista Carine Roitfield) y Stavros Niarchos III (ex de Paris Hilton) – les darán la bienvenida con champaña rosé, que las embarazadas, por supuesto rechazarán. Ellos lucirán bañadores y albornoces blancos, y el novio se distinguirá por una guirnalda de flores. La amiga, o sea Lauren, continuará haciendo fotos sin perder la pose porque sabe que alguien la está fotografiando de lejos. Esto es Vogue, ¡por favor!

Tatiana nació en EEUU, donde el día antes de una boda suele celebrarse la llamada Cena de Ensayo. Pues bien, cámbielo por una comida en alta mar con la suegra de anfitriona. Puesto que la jet-set se mueve en los mismos círculos, no pasa nada si coincide con un ex, como le ocurrió a Charlotte con Alex Dellal, amigo del novio y el hombre al que dejó por el padre de la futura criatura, Gad Elmaleh (presente en los festejos). Dellal, que acaba de tener un hijo con su nueva pareja (la modelo Elisa Sednaoui) parece haberlo superado y compartió mesa con su otrora princesa.

No era el cumpleaños de Tatiana, pero le obsequiaron con una tarta y regalos para su pequeño Sasha, de cinco meses y missing en las fotos publicadas en los medios. Carolina, tan estupenda en su nuevo papel de abuela, pronunció un discurso que hizo llorar a la novia, quien volvió a usar el rojo pero esta vez en una pieza de corte caftán. Andrea, por un día, dejó de lado su piji-pasotismo y le plantó un beso a su futura señora.

Para la ceremonia toca ponerse serios porque el tío Alberto es el príncipe soberano y si no tiene herederos legítimos, Andrea ocupará su lugar algún día. El enlace civil se celebró en el Salón del Trono, el mismo donde se casaron Rainiero y Gracia, los padres del novio, y Alberto y Charlene. Como no es heredero, no hubo royals. Y como las campanas repicaron a las 11.46 horas, suponemos que a esa hora se dieron el sí quiero. Ahora bien, el protocolo solo para la ceremonia. Fíjense si no en el novio. Aunque ahora sea padre de familia, hizo gala de su título de rebelde sin causa llegando a palacio engominado, con gafas de sol y en un vehículo militar conducido por su hermano, Pierre.

Tatiana lo hizo en un coche corriente pero no sin mi bolso (artesanal, claro). Nadie esperaba un vestido barroco, moño y Manolos. Fiel a su estilo, fue una novia bohemia de luxe: vestido (también de Missoni) con escote en V, manga hasta el codo y falda de efecto macramé; flores en el pelo; y lo más importante: le hizo un favor a las novias que no les gustan los tacones al calzarse unas sandalias planas. Revistas de moda, estamos ante una nueva tendencia.

No hubo beso nupcial en el balcón real. ¿Seguir las reglas? Nunca. Elija algo desenfadado para el posado. Nuestra pareja, por ejemplo, lo hizo bajando la impresionante escalinata de mármol del patio de honor. Él, todo un dandy, con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo la de su flamante esposa. No estaba Sasha pero sí Daphne, su terrier.

En la galería vimos a Carolina vestida de rojo pasión, a Charlotte de azul premamá y transparencias, a Alberto y Charlene, a Estefanía con toda su troupe, a la madre de la novia (el padre de Tatiana falleció en 2009) y a la abuela Casiraghi.

A continuación almuerzo al aire libre en los jardines. Aquí ya puede invitar a todos sus amigotes. Hasta 400 dicen algunas crónicas incluyendo personalidades “del mundo de la política y la cultura”. Acudieron Beatrice Borromeo (la novia periodista-aristócrata de Pierre), Dasha Zhukova (la de Roman Abramovich) y Dana Alikhani, socia de Tatiana en Muzungu Sisters, un proyecto que une moda y comercio justo. El parking se llenó con los deportivos de los invitados, muy Mónaco. Entre las invitadas, mucho traje floreado y sandalias de plataforma. Los Santo Domingo, el clan sudamericano más glam de Manhattan, trajo la fiesta: pelucas de colores, gafas de espejos amarillos y jarras de cervezas (Julio Mario, el hermano de Tatiana, es DJ y organizador de fiestas VIP).

Ahora bien, Mónaco es tierra de casinos y la familia de la novia, la segunda fortuna de Colombia, así que preciso celebrar un convite serio por la noche. El Sporting Club d’Hiver es perfecto. Eso sí, el lugar impone nuevo dress code para los contrayentes: esmoquin para él y una versión del traje nupcial en manga larga para ella. Cámbiese en un lugar distinguido, como el Hotel de Paris. Elegante y decadente. Y alquile un Rolls-Royce para ir a juego. Esta noche no toca ir de guay. Bueno, sólo en el baile, porque si usted, al igual que los novios, es de los que dividen sus vacaciones entre Kenia, Ibiza y las playas de Ipanema, entonces puede celebrar una fiesta caribeño-africana con música rock y soul.

Por cierto, si usted lo que prefiere es una boda en la nieve, espere a principios de año. Se rumorea que entonces habrá boda religiosa en Gstaad. ¿Se imaginan los festejos?