¡Sumérjase y ‘Ribérese’!

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Pero no en el río Duero sino en los caldos tintos que se producen alrededor de su excepcional cuenca. La excelencia de la Denominación de Origen Ribera del Duero y el singular terreno donde está asentada no sólo la hacen merecedora del título Mejor Zona Vinícola del mundo sino que además ofrece un sinfín de actividades para el disfrute de los cinco sentidos. Como la vinoterapia, el mejor maridaje para el cuerpo y el alma.

Adentrarse en la Ribera del Duero es lo más parecido a entrar en otro universo. Porque aquí uno deja atrás el mundanal asfalto y se introduce en los campos de Castilla de Antonio Machado. Un paisaje teñido de infinitos ocres y marrones. Un espectáculo de morados. Gélidos inviernos, románticos otoños, bucólicos veranos, exultantes primaveras. Tierra también de ríos y montes. De jabalines y aves rapaces. De lechazos y tortas. De leyendas y medievo. La España profunda en el buen sentido.  Pero es, sobre todo, la tierra de la uva tempranillo. Tinta fina, tinta del país, la llaman ellos. Un regalo de Dionisio.

Un territorio que más allá de la comarca Ribera del Duero (en Burgos) se expande a lo largo de más de cien quilómetros, siguiendo la cuenca del Duero – el río que ha inspirado poemas y romances – y robándole viñedos a Valladolid, Soria y Segovia.

Es, además, una tierra mágica. Porque a pesar de un clima agresivo, aquí se elabora una de las Denominaciones de Origen más prestigiosas del mundo: Ribera del Duero. Lo dicen las cifras y los premios. En los últimos cinco años las ventas han aumentado un 26% hasta alcanzar casi 80 millones de botellas en 2013. Ocupa la segunda posición en ventas nacionales, con una cuota de mercado del 9,1 y, aunque no hay datos oficiales, el consejo de la Denominación de Origen Ribera del Duero calcula en un 30% las exportaciones, siendo sus principales mercados Estados Unidos, Alemania, México y Suiza.

Galardones, muchos. El más preciado, quizás, el Wine Star Award a la Mejor Región Vinícola en 2012. Los llamados Oscar del vino – premios que organiza la  Wine Enthusiast Magazine – la eligieron por delante de los valles de Napa y Walla Walla (EEUU), el de Loira (Francia) y Cape Winelands (Sudáfrica). Ahí es nada.

La clave de su éxito está la climatología de estos lares. Sobre el mapa, puede que no quede lejos de la otra niña bonita del vino español – la Rioja – pero su altura, a más de 800 metros del nivel del mar, las convierte en otro mundo.  Sus vientos son áridos, sus inviernos se pueden prolongar hasta junio, sus veranos son calurosos y las noches de septiembre, muy frescas. “Esto es lo que da un carácter fuerte. Ese carácter de aguantar lo más duro para llegar lejos”, cuenta Enrique Pascual, el presidente de la D.O. Ribera del Duero, que aglutina a casi 140 bodegas.

Y luego, e igual de importante, “unos bodegueros con una mentalidad aguerrida de hacer las cosas bien”. Aquí no valen las grandes producciones – la media no supera los cinco mil kilos por hectárea – y el trato es exquisito. Se poda en seco, si hay mucha carga se quitan racimos, las barricas se renuevan constantemente para que siempre estén en perfecto estado. “Me atrevería a decir que quizás ninguna otra D.O hace unos controles tan exhaustivos”, explica Pascual, bodeguero desde hace casi tres décadas.

Con la calidad de su parte, la D.O. Ribera del Duero ha sabido, además, venderse. Dentro y fuera. Desde sus inicios, a principios de los ochenta, sus miembros no han dudado en coger aviones. También mediante campañas de dinamización como ‘Drink Ribera, Drink Spain’ y portales como ‘Ribiértete’ o la ‘Ruta del Vino’, en los cuales marida el delicado aroma a moras de sus caldos con la magia de la zona.

Porque Castilla y León es un paraíso para los senderistas, para los amantes de la historia, para los gourmets más pecaminosos. De modo que sólo era cuestión de tiempo la eclosión del enoturismo en la zona.

Y está gustando. Un 9,6% de los turistas españoles que apuestan por destinos vinícolas, se decanta por esta Comunidad Autónoma. La cifra todavía está lejos del 24% que se lleva Cataluña, la primera del ranking que recientemente ha publicado el Observatorio Turístico de las Rutas del Vino de España, pero que destaca la Ribera del Duero como un “territorio con una demanda potencial”. “La fama de sus vinos, mundialmente conocidos, la calidad de su oferta enoturística y también la cercanía a Madrid y el País Vasco – dos de los principales mercados emisores de turistas del país – contribuyen a ello, explica Diego Ortega, presidente de la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN).

En cuestión de enoturismo, España todavía no compite con los favoritos Francia, Italia y Estados Unidos, de modo que son los españoles quienes más disfrutan de las bodegas ibéricas. Pero cada vez llegan más alemanes, estadounidenses e ingleses – por este orden – y los extranjeros, en general, están empezando a descubrir que hay vino más allá de Jerez (Andalucía), el Penedés (Cataluña) y la Rioja alavesa.

Al igual que en el resto de zonas vinícolas españolas, en la Ribera del Duero predominan los turistas con una franja de 40 a 60 años, las visitas en grupos de amigos y las estancias en fines de semana o puentes, el suficiente tiempo para colmar los cinco sentidos. Uno por uno:

Vista: La Ruta del Vino ofrece otra ruta: la de los castillos que perfilan el paisaje y su historia (Peñafiel), yacimientos arqueológicos (la villa romana de Santa Cruz), joyas del románico (la localidad de San Esteban de Gormaz), bodegas medievales como la de Don Carlos – datada del XV, en pleno casco histórico de Aranda y con visitas teatralizadas – y las que mezclan barricas con diseño como la Portia, de Norman Foster, o la Protos, de Richard Rogers.

Olfato: Ribera del Duero ofrece opciones tan originales como catas de mosto para los niños, catas eróticas para despedidas de solteros (www.arteyvinoaranda.com) y el único museo de aromas de Europa. Un lugar donde apreciar el aroma del vino, de la naturaleza, el aceite, las especias o… el amor (5 euros la entrada)  www.museodelosaromas.com.

Gusto: Castilla es sinónimo también de mesones, tapas y lechazos. Y en muchas de sus bodegas también se puede comprar quesos, jamones, patés y mermeladas. www.deliciasyvinosribera.com.

Oído: Riachuelos, aves… el sonido de la naturaleza penetra en las cabezas durante las excursiones por los espectaculares parajes del Parque Natural Hoces del Río Riaza.

Tacto: El vino cura por dentro y por fuera. Las propiedades anti-oxidantes de la vid se aprovechan hoy en día en cosmética y cada vez son más las bodegas que completan su oferta con baños de vino. Y si además lo realiza en un convento como el Las Claras (Valladolid) la experiencia puede ser divina (la suite con balconada al claustro, spa y circuito termal, 199 euros la noche) www.hotelconventolasclaras.com.

Por cierto, no olvidemos el turismo de reuniones. Las bodegas son una excelente opción para cualquier evento empresarial ya que ofrecen un verdadero entorno de relax y actividades de ocio. “Está todo por desarrollar”, cuenta Natalia Ortega, de las Bodegas Ortega Fournier – también presente en el valle de Maule, “pero la zona de la Ribera del Duero es inmejorable para el turismo de reuniones porque estamos a una hora y media de Madrid”. La suya, en concreto, está a tan sólo 20 kilómetros de la carretera nacional que une la capital española con Burgos y dispone de salas para conferencias y grupos de trabajo (“no más de veinte personas para garantizar la calidad”) con diferentes tipos de mesas (según las necesidades), conexión inalámbrica a Internet y una colaboración con servicios de coaching. Para el placer, catas a ciegas, concursos o participar en la vendimia. http://www.ofournier.com

DESPIECE

MACERARSE EN VINO

“Los polifenoles (las moléculas de la uva) tienen un poder antioxidante mayor que la vitamina E, previenen el envejecimiento prematuro de la piel y potencian la renovación celular”, explica Irene Lan, empleada del Wine Spa Resort de las bodegas Arzuaga Navarro www.hotelarzuaga.com.

El vino se utiliza como propiedad medicinal desde hace miles de años, pero no fue hasta finales de los 90 cuando empezó a aplicarse en los spas. La pionera fue la marca francesa Caudalie.

En qué consiste: “Lo ideal sería comenzar con una exfoliación de extracto de uva, con lo que prepararíamos la piel para una mejor absorción de las propiedades del vino a través de la posterior envoltura y masaje”, explica Lan.

Resultado: “La piel queda hidratada, ganando firmeza y elasticidad y eliminando las consecuencias de los radicales libres producidos por las agresiones externas”.

Brindis para dos: Se realiza en pareja. Masaje con aceite de pepitas de uva, exfoliación al extracto de uva, envoltura corporal con vino y jacuzzi, por supuesto, de tinta fina con bombones y copa (320 euros por pareja).

Más información sobre planes en:

www.rutadelvinoriberadelduero.es

www.ribiertete.com